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Columna
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Oportunismo

Tenemos una Justicia lenta y escasamente eficaz. El derecho constitucional a un proceso sin dilaciones indebidas sigue siendo un deseo, pues la realidad es otra. Hace unos años se justificaba esta situación. Se achacaba el retraso a una plantilla de jueces insuficiente. Ahora no. Hemos pasado de un juez por cada cien mil habitantes o más, a un juez por cada treinta mil. Sin embargo, el retraso sigue existiendo. Como muestra un botón: un tribunal de Madrid acaba de condenar a un sevillano a hacer la mili, lo que no se sabe es dónde. En fin, que hay que buscar otras causas. El presidente del Tribunal Superior de Justicia en Andalucía las ha encontrado. En una entrevista concedida a Efe, afirma que para ganar en agilidad hay que abogar "por no ser extremadamente garantistas".

Quiere esto decir -al menos así lo entiendo- que los atascos se solucionan a costa de las garantías del ciudadano. No a costa de un mayor esfuerzo y dedicación de los jueces. Si hay atasco, las garantías constitucionales se interpretan de una manera. Si no hay atasco se interpretan de otra. Por lo leído parece que los límites a los derechos fundamentales, como son todos los que afectan a los de defensa del ciudadano y que sólo pueden establecerse en razón de la defensa de otros igualmente fundamentales, se pueden fijar por razones de oportunidad. No está mal ya que si se interpretan los derechos de garantía con criterios de oportunidad y se restringe el derecho al recurso de amparo constitucional para aliviar de carga al Tribunal Constitucional, como se ha pedido recientemente, los ciudadanos nos vamos a tener que encomendar a la justicia divina, al lucero del alba o a San Pancracio por citar a un santo.

En fin, que da la impresión que, este tercer mandato del presidente del TSJA, no ha empezado con buen pie. La semana pasada fue la inmigración y la consideración de los centros de acogida como centros potenciales de delincuencia. Esta semana por una interpretación que subordina las garantías constitucionales a la agilidad. Menos mal -dicen en los juzgados- que la sala de gobierno de este martes pasado la ha trasladado al lunes y se va de vacaciones. Debe ser oportuno. Después de todo es molesto trabajar al tiempo que oyes los pitidos de los funcionarios en huelga.

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