Londres, el corazón y la razón
Ante la muerte, el dolor y la injusticia, el corazón se niega a comprender, a dar razón, a contemplar en perspectiva. Y, como decía Antonio Machado, "sólo si viene un corazón al mundo / se llena el vaso humano". Sin embargo, la inteligencia quiere, intenta y considera necesario comprender (no justificar).
Así pues, a despecho del corazón, me hago una pregunta: ¿no habría que enmarcar -y entiéndaseme bien- tanto el horror de Londres, como el de Madrid y Nueva York, en lo que en su día Bush padre llamó, con un eufemismo sangrante, "nuevo orden internacional", marco conceptual desde el que Occidente contemplaba y contempla en perspectiva, y, digámoslo también, con indiferencia, los horrores de Bosnia y Herzegovina, los de Chechenia, los de Palestina, los de Irak, o, también, los causados por el hambre y la pobreza?
Ojalá el corazón, si es en verdad corazón humano (y la humanidad no es patrimonio de Occidente), se niegue a contemplar en perspectiva no sólo aquellos, sino también estos horrores.- Juan Ramón Trotter.
Hoy Londres es Madrid. En ambos atentados he vuelto a casa para enterarme por los medios de qué pasaba. Aquí en Londres, la televisión ofrece cada minuto unas cifras distintas de explosiones y de víctimas. Igual que cuando lo viví en Madrid, en todas las cadenas quieren ser los primeros en dar el mejor dato. Pero aquí el Gobierno ha actuado de otra manera. Quizá por experiencia. Tony Blair se ha cubierto las espaldas, en su primera comparecencia, hablando de terrorismo, pero no de Al Qaeda; aunque ha dejado entrever esta hipótesis con la frase "defenderemos nuestros valores y nuestra forma de vida".
El ministro del interior ha aparecido en la televisión desde primeras horas. Y el alcalde de la ciudad ha asegurado -con semblante compungido- que es un ataque no contra el país, sino contra negros y blancos, contra hindúes, judíos... El detalle del que deberían tomar nota en España se produjo a las 15.30 (16.30, hora peninsular). El jefe de los servicios de seguridad, el de transportes y el de la policía, todos congregados ante el terrorismo, no sólo han comparecido, sino que también han contestado durante media hora a cuestiones planteadas por los periodistas.
Ésta es una costumbre que están olvidando las instituciones españolas. El turno de preguntas es esencial para que no se hable sólo de lo que el compareciente quiere, y, en este caso, ha servido también para ampliar la información que tan gota a gota nos ha llegado.
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