Negocio redondo
Alrededor de cincuenta y cinco mil personas asistieron al tuya-mía protagonizado por dos grupos a los que separan veinte años de carrera, pero a los que parece que une el concepto y, sobre todo, el beneplácito del mismo segmento de público mayoritario.
Por un lado, Hombres G, cuya resurrección ha sido uno de los fenómenos musicales de los últimos años. Por el otro, El Canto del Loco, joven formación madrileña que aspira públicamente a ocupar un puesto similar en la historia del pop español.
Con toda la parroquia, entre la que siempre destacaba el grueso de voces femeninas, en completa ebullición, las huestes de David Summers y Dani Martín plantearon un concierto en el que Hombres G y El Canto del Loco iban solapando sus éxitos, interviniendo los unos en las canciones de los otros.
Hombres G y El Canto del Loco
Hombres G y El Canto del Loco. Estadio Vicente Calderón. Madrid, miércoles 6 de julio.
Arrancaban los Hombres G con un tema de El Canto, Insoportable, para acto seguido atacar una buena tanda de piezas propias -Voy a pasármelo bien, He de saber, No lo sé o Si no te tengo a ti- hasta que Dani se incorporó para interpretar Amigos, de los G, y luego otra porción de temas propios ya con su banda: A contracorriente, Una foto en blanco y negro, Puede ser, Volverá. Canciones, o la sintonía de la serie de televisión Siete vidas.
La reacción del público fue en todo momento uniforme; es decir, gritaron todas y cada una de las letras de todas las canciones a voz en cuello todo el tiempo.
El devenir del concierto, previsible: ahora tú, ahora yo, ahora tú unas baladitas, ahora yo otras, ahora yo unos singles, ahora tú igual...
Dos horas y media después el sarao terminaba con La madre de José, de El Canto, y Sufre mamón, de los G, interpretada por ambas formaciones unidas sobre el escenario.
Estética
Como negocio, desde luego, el concierto resultó redondo. Artísticamente, si uno no es devoto perdido de cualquiera de los dos grupos o de los dos a la vez, se corría cierto peligro de empacharse de tanto "eterno juvenil" o "eterno pijo", según la valoración que decida hacer cada uno de la entidad estética de ambas formaciones.
Lo que sí es seguro es que a la mayor parte de los 55.000 asistentes les encantó y salieron del estadio como en éxtasis, y eso no se lo quita nadie.
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