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Reportaje:OLIMPISMO | La gran victoria de Londres 2012

Un desierto detrás de Samaranch

La falta de dirigentes en puestos de alto nivel, clave de la poca influencia del deporte español en el contexto internacional

Madrid perdió una ocasión de ser sede olímpica que puede lamentar durante muchísimo tiempo. Volver a presentarse para 2016 será una apuesta difícil tras el triunfo de una ciudad europea, pero dejarlo para 2020 será aún más complicado porque todo cambiará. "Y Samaranch..." Manel Estiarte, el campeón olímpico de waterpolo en Atlanta y plata en Barcelona, una de las bazas en la última presentación ante el COI, se fue ayer más tarde que el grueso de la expedición española y reflexionaba sobre la oportunidad perdida, lamentándose del poco peso en puestos directivos que tiene el deporte español. Él mismo tenía la pena, quizá irreparable, de no haber podido estar en la comisión de atletas, para la que no fue reelegido en Atenas 2004 tras haber sido elegido en Sydney 2000. "Aunque sólo hubiera sido para estar estos dos días, para hablar desde dentro..." La opinión de Estiarte se ha generalizado dentro y fuera de la candidatura, porque es una realidad que el deporte español, sumada a la menor cobertura mediática, tiene muy poca influencia en la esfera internacional.

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Estiarte comentó, por ejemplo, que creían tener el voto del estadounidense Robert Ctvrtlik, ex campeón olímpico de voleibol. Pero no se había trabajado "de colega a colega". Las carreras para conseguir los Juegos, pese a enfrentarse a grandes rivales, también se ganan estando en el sitio oportuno en el momento adecuado. Y si la candidatura española hubiera pasado esa mínima cota de dos votos hasta meterse en la final, se habría aprovechado de la lucha entre París y Londres. Pero la eliminación en la tercera ronda al no haber recogido ni un solo voto de la candidatura eliminada de Nueva York fue sintomática. El trabajo de la candidatura para la consecución de votos se paró en la segunda ronda, tras recoger la mayoría de los de Moscú. La maquinaria española no dio para más. Y al mirar las razones internas en un mundo tan especial como el olímpico, sólo caben los números de que la influencia española en los altos puestos del deporte ha ido reduciéndose en los últimos tiempos. Y el peso directivo para tener éxito en este tipo de elecciones es clave.

Al margen de la alta política, que tiene una influencia relativa en el COI, donde los miembros van mucho por libre y son más fieles a zonas geográficas que políticas, el problema que ha tenido Madrid es la escasez de dirigentes con cargos para moverse por los pasillos del poder, los que dan votos. Todo se ha reducido casi a Juan Antonio Samaranch, aunque él mismo ha reconocido que al no ser ya presidente ejecutivo del COI su poder es mínimo. Aun así, su diplomacia personal ha sido clave para llevar a Madrid por encima de la cota de los 30 votos, que era la mínima para poder soñar con la victoria. Su carisma en el bloque oriental, desde Rusia hasta China, continúa. En el proyecto olímpico de Moscú, el pabellón de tenis lleva su nombre. En China, incluso antes de que Pekín ganara los Juegos, es casi venerado. Pero el mundo anglosajón nunca le ha perdonado que un español mandara y cambiara el olimpismo durante 20 años, y sólo lo ha controlado cuando tenía el poder ejecutivo. Ahora él solo no ha podido con todo.

Samaranch siempre se ha quejado de las carencias de dirigentes en los grandes puestos del deporte. Sólo hace siempre una excepción con el fallecido Carlos Ferrer-Salat, que ya no llegó a los Juegos de 2000, y al que han echado de menos todos los que han trabajado en la candidatura. "Con él hubiera sido otra cosa", comentó Feliciano Mayoral, que empezó su carrera directiva con él como secretario general del Comité Olímpico Español. Ferrer dejó paso a Alfredo Goyeneche, al que Samaranch pudo meter como miembro del COI en el cupo de presidentes de comités olímpicos nacionales, pero también falleció, en marzo de 2002.

España tiene actualmente dos miembros en el COI -al que se accede a dedo-, pero la infanta Pilar de Borbón, que entró en Atlanta 96, dejará de serlo muy pronto, en cuanto abandone la presidencia de la Federación Ecuestre Internacional. Sólo quedará el hijo de Samaranch, Juan Antonio, que en 2008 deberá ser reelegido, porque los miembros sólo lo son ahora por ocho años. No hay ni un solo presidente más español en las restantes 27 federaciones internacionales olímpicas, y hasta septiembre no habrá nuevo presidente del Comité Olímpico Español. Alejandro Blanco, promotor de la Asociación de Federaciones Olímpicas desde su Federación de Yudo, es el candidato de consenso de las federaciones y está avalado por Samaranch. De las no olímpicas sólo Antonio Espinós es presidente de la Federación Mundial de Karate. Hay españoles en segundos escalones, pero en Singapur ya se ha comprobado que su influencia es nula.

Juan Antonio Samaranch, en el centro, de espaldas al presidente del COI, Jacques Rogge, durante la votación del pasado miércoles.
Juan Antonio Samaranch, en el centro, de espaldas al presidente del COI, Jacques Rogge, durante la votación del pasado miércoles.RICARDO GUTIÉRREZ

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