Un 'indulto' indeseado
Los cargos electos del PSE y PP se resisten a bajar la guardia pese al anuncio de ETA
Los alcaldes y concejales socialistas y populares del País Vasco y Navarra recelan del perdón de ETA. Es posible que en su fuero más interno respiren más hondo, pero la presencia omnipresente de sus escoltas y la indignación porque la amenaza siga activa para otros colectivos les impide relajarse. "Es un sufrimiento de baja intensidad", repiten ahora quienes ya vivieron durante la tregua los efectos de la violencia callejera que sustituyó a los atentados.
- Yolanda Barcina. Alcaldesa de Pamplona (UPN-PP). "Para mí no ha significado liberarme de los terroristas. No puedo sentirme libre mientras siga habiendo personas que están bajo la amenaza de ETA". Únicamente admite que su familia puede "sentirse mejor" porque no la ubiquen "en la lista de los marcados". Mientras la banda no desaparezca, dice, "nadie será libre y no viviremos en una verdadera democracia". "Hay que conseguir que nadie sea asesinado por tener una opinión diferente".
Santiago Abascal (PP): "Con la sentencia de Jarrai-Haika-Segi, me siento más vulnerable. Lo vamos a pagar todos"
Yolanda Barcina: "Está claro que hasta que ETA no desaparezca del todo, seguimos igual. No basta una tregua"
Pese a haber figurado como objetivo de todos los comandos de ETA detenidos en Navarra, Barcina no ha renunciado a vivir los sanfermines en la calle. Asegura que este año seguirá contando con la misma protección -una "cápsula de blanco y rojo" mezclada entre la multitud- y estará atenta al comportamiento de las personas que sabe que apoyan o dusculpan a ETA. "Veremos si encuentro, esta vez, menos agresividad, más atenuadas esas miradas de odio entre la multitud", afirma sin excesiva esperanza.
- Santiago Abascal. Concejal en Llodio (Álava) (PP). Tiene 29 años y lleva desde los 23 con escolta. Su padre, también del PP, ya conoce cómo son las treguas de ETA para los cargos electos españoles. Ambos han visto cómo ardía su negocio de ropa en Amurrio y cómo, en 2000, al finalizar el alto el fuego, unos desalmados pintaban sus caballos con lemas como "gora ETA" o "Abascal cabrón". "No siento ningún alivio", resume al explicar la sensación que le ha quedado tras estas dos semanas de indulto. Abascal no habla de "tregua trampa" -ni siquiera le gusta el término tregua-, como en 1998, pero la equipara a la que se vive en Cataluña y la que, según él, siempre ha mantenido ETA con "los nacionalistas". "Es una nueva treta de ETA para dividirnos y, sobre todo, para hacer avanzar su agenda política".
"Lo único que te están garantizando", sostiene, "es que no te van a poner una bomba-lapa debajo del coche o que te metan una bala en la cabeza. Pero no que no te puedan tirar una bomba incendiaria que te queme a tí o a tu familia".
De hecho, Abascal asegura haber vivido mucho más tranquilo con la presión ejercida por el Estado de derecho contra todo ese mundo durante el último gobierno de Aznar que en la tregua de 1998. Por eso, censura a Zapatero por "haber resucitado un muerto" con la declaración del Congreso a favor de un final dialogado, sin contrapartidas políticas, si ETA deja las armas.
Y afirma también que tras la sentencia del caso Jarrai-Haika-Segi, se siente "más vulnerable". "Ahora ya están aquí [los acusados excarcelados] y lo vamos a pagar todos", pronostica.
- Ana Urchueguia. Alcaldesa de Lasarte (Guipúzcoa) (PSE-EE).
"Me parece una aberración que se dé tanta cobertura a unos terroristas. Yo no me creo nada, porque viví la tregua de 1998 y entonces pasó lo que pasó. Además, ¿qué es eso de que se permitan el lujo de decir: a estos les perdono la vida y a estos les tengo en el punto de mira?", planta con indignación la alcaldesa socialista. Lleva 17 años escoltada, y tiene limitados sus movimientos. "Como me siguen, desde hace diez años no visito a familiares y amigos para no señalarlos, por si les ponen un petardo; y eso sí que te va autolimitando". Les recibe en el Ayuntamiento, explica.
Afirma que, pese al comunicado, no va a caer en la tentación de relajarse. "En absoluto. A mis concejales ya les he dicho que no tengan confianza. Que mientras haya una persona en el punto de mira de los terroristas, no ha cambiado nada". En plenas fiestas patronales de San Pedro, la alcaldesa ha observado estos días que no ha cambiado el comportamiento de Batasuna. "Colocan su pancarta frente al Ayuntamiento, hacen su tamborrada, su kalejira en apoyo a los presos. Todo igual. Aunque la gente crea que cambian, siguen en la misma estrategia".
- Itziar Lamarain, concejal en Mondragón (Guipúzcoa) (PP)
. "No me fío de esa gente. A algunos les he conocido de toda la vida y les he tratado de tú a tú en mi pueblo, que ha generado muchísimos etarras", comenta esta concejal popular que a los 58 años accedió a encabezar la lista del PP en Mondragón, su primera experiencia política. Aunque se situaba próxima al nacionalismo, lo abandonó "decepcionada por la falta de una crítica dura a los atentados etarras".
Dos asesinatos provocaron su alejamiento. El de Gregorio Ordóñez le hizo desmarcarse del nacionalismo y, años después, el del socialista Fernando Buesa fue el detonante para comprometerse y ofrecerse al PP para "colaborar en lo que quisieran". Así llegó, en 2002, a la corporación mondragonesa.
"El razonamiento de los etarras me ha parecido bajo e inmoral, propio de alimañas. Me recuerda a lo de Perpignan [la reunión con Carod-Rovira], cuando también dijeron: a los catalanes, no. ¿Y a los demás, qué pasa?". Lamarain, cuyos escoltas llegaron a detectar un presunto coche bomba dirigido contra ella, no piensa bajar la guardia, "porque mañana pueden decir que vuelven". "Éstos no claudican si no les das todo lo que piden. Y espero que desde el Gobierno no se claudique", concluye.
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