Neurastenia
Para una España, Irán ha votado un regreso a sus fanatismos, a sus tradiciones religiosas agarrotadas y torturantes. En realidad ha votado por la defensa moral -su moral, qué demonios- de Estados Unidos. Cuando escribo "en realidad", incluyo la España mayoritaria -por ahora- que puede ver con la misma mezcla de asco y repulsión la noticia de que en Rumania un sacerdote y cuatro monjas han torturado hasta la muerte a una hermana que estaba poseída por el demonio; que en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum, de Roma, se da un máster de exorcismo (I. Domínguez, Norte de Castilla) y que el centro lo sostienen los Legionarios de Cristo Rey (poderosos en España: dicen, y no lo afirmo, que el Gobierno de Aznar tenía dos o tres ministros-legionarios). No quiero decir que hay dos Españas: hay una que se agranda, y la otra, la de los fanáticos, fraguistas, franquistas, que ni siquiera se disimula. En el asunto del hospital de Leganés, los forenses de la fiscalía han fallado que las sedaciones a los enfermos terminales eran normales y no hay relación de causa a efecto entre fallecimientos y sedaciones; pero los médicos que eligió la Comunidad -¡Esperanza Aguirre!- dijeron lo contrario y apoyaron a la Comunidad de Madrid que había purgado a los doctores. Los eligió ¿cómo?: entre sus ideólogos, sus psiquiatras, sus benefactores. No sé si uno de ellos sería este neofamoso, Aquilino Polaino, descrito ahora por uno de sus pacientes que quería sacar de su cuerpo la homosexualidad mediante lo que él consideró torturas aplicadas durante meses (El Mundo, domingo). Y también, vaya, es catedrático de una universidad católica, la de San Pablo-CEU.
La otra España cuenta que fueron millón y medio de personas a su equívoca manifestación, en la que no se atrevían a estar contra los homosexuales, pero lo estaban, mientras la real cuenta, mide, hace sus cubicaciones y no encuentra más de 180.000. La otra España dice que el presidente de Venezuela, el rojo Chávez, se ha quedado con los votos de los gallegos a favor de Fraga, y no es verdad: y apunta también contra los brasileños, del suave y lento Lula. Una de las noticias más cómicas y reveladoras del problema cerebral es la de que Fraga telefoneó a su amigo Raúl Castro para pedirle que llamase a Chávez y le pidiera que le devolviese sus votos. Qué angustia. No hay dos Españas. Hay ésta y la otra, la neurasténica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.