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Columna
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Atasco

De Torre Miró suelen tener noticia en el resto de tierras hispanas cuando las nieves bloquean en invierno la N-232 que comunica el Aragón profundo con la costa valenciana. Estos días calurosos ha sido un camión de longitud fuera de lo habitual quien obstruye el paso por el conocido puerto de montaña. El camión transporta un transformador que ha de recoger la energía de los parques eólicos de Els Ports. Los responsables del transporte erraron en el cálculo de las curvas, y en una de ellas se quedó enquistado el enorme vehículo a la espera de que técnicos y trabajadores adecuen las curvas para que el transformador acabe de llegar a su ubicación definitiva entre Forcall y Cinctorres. Que les vaya bonito y rápido, pues el incidente no tiene por qué tener más trascendencia de la necesaria en una comarca no demasiado poblada y con un tráfico casi siempre fluido. Por otro lado, trabajadores y técnicos pueden aprovechar una ocasión única de dirigir la mirada al entorno de una de las comarcas más bellas: la Tinença de Benifassà de altos montes calizos, profundos barrancos y dilatados bosques tupidos de pinares; el silencio de un paisaje que ya Cavanilles describió con acertada pluma.

El camión llegará a su destino y alcanzará su objetivo, porque ese atasco en las alturas escarpadas, y en la sinuosa carretera que enlaza Morella con Alcañiz, tiene solución rápida. Algo que al parecer no tiene el persistente y reiterado atasco en el tráfico de vehículos, sobre todo camiones, en la no menos valenciana comarca de La Plana. Bien es verdad que la inacabada autovía a la que bautizaron con el nombre de la comarca ha paliado el problema del tráfico entre los núcleos de población en donde se asienta la industria cerámica. Pero está inacabada, aunque continúan las obras por donde Almenara. Y mayor verdad es que el atasco crispante desde hace ya varios lustros está estrechamente ligado a la autopista AP-7, y a su concesión y uso. Los contribuyentes de Castellón y de los demás núcleos de La Plana soportaron lo que no está escrito en la Biblia hasta que se construyeron esos apaños o desvíos, a alguno de los cuales calificó el mismísimo Carlos Fabra de bodrio. Bodrios con dinero público con el que se hubiese podido recuperar para el Estado, y facilitar la gratuidad a los conductores, la concesión del tramo de la autopista por La Plana. El problema es rancio y sigue desprendiendo malos olores. Sobre todo en verano cuando aumenta el tráfico de vehículos y los desplazamientos entre Castellón, Oropesa y Benicàssim se convierten en una procesión de flagelantes. El año pasado la diputación y los municipios de las mencionadas poblaciones pagaron el desvío gratis por la autopista de los vehículos pesados, determinados días y horas durante los meses de verano. Este año ya han anunciado que financiarán de nuevo el desvío gratuito de camiones a la autopista. Eso puede suavizar pero no solucionar el problema, que estuvo y está en la recuperación de la concesión de la autopista. Y este año también escuchamos absortos un rosario de quejas y lamentaciones de los munícipes principales de por aquí; quejas y lamentaciones dirigidas a los responsables del Ministerio de Fomento; quejas y lamentaciones que hablan de la falta de apoyo y sensibilidad de los gobernantes madrileños que, claro, tienen un color político diferente al de nuestros apesadumbrados ediles; quejas de las que se habían olvidado hace un año con un gobierno madrileño de su mismo color. Y ése sí que es un atasco sin solución, y no como el de Torre Miró.

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