Fiesta marroquí
Más de 4.000 aficionados invaden Roquetas para asistir al debut de su selección de fútbol
Un trozo de Roquetas de Mar parecía ayer un trozo de Marruecos. Alrededor de cuatro mil personas gritaban, bailaban, saltaban al ritmo de decenas de tambores, mostraban orgullosos los signos identificativos de su cultura, exhibían con orgullo rojo y verde su condición de marroquíes. Y todo esto en la zona de de los invernaderos almerienses.Y todo esto gracias a un partido de fútbol.
"Yo ya no tengo trabajo aquí, ya no es tiempo de recoger hortalizas, hasta septiembre no tengo nada, pero me he quedado para animar a Marruecos", dice con grandes, separados y anaranjados dientes un joven llamado Mohammed. En la tarde de ayer, la selección marroquí se enfrentó a la de Libia, en el primer partido de la primera ronda del grupo A de la competición de fútbol de los Juegos Mediterráneos. En realidad se trata de la selección C, del país norteafricano. A este torneo suele acudir el combinado olímpico, pero este conjunto está compitiendo -con gran éxito, pues ayer mismo se clasificó para las semifinales tras imponerse a Italia- en el Mundial sub-20. Total, que casi ninguno de los cerca de 4.000 ruidosos aficionados que acudieron ayer el estadio Antonio Peroles conocía a uno solo de los seleccionados por su país.
Dio igual. El orgullo de Marruecos no pasaba ayer por jugar mejor o peor al fútbol, sino por el hecho de poder exhibirlo a grito pelado. Hasta con exageración. Como cuando el equipo llegó al estadio, rodeado de centenares de hombres jóvenes que se colgaban de las puertas de los coches sin miramientos, sin pararse a pensar en los efectos que su euforia podría tener sobre el vehículo o su propia integridad física.
"Hemos venido gente de El Ejido, Málaga ,Las Norias... Hay que apoyar a Marruecos para que gane el campeonato", senteciaba un hombre enjuto con una niña que no llegaba al año chorreando sudor sobre sus brazos. Con la camiseta enrollada en la cabeza y los hombros al aire tiñéndose de rojo por segundos, Elkhalil Sabri, empresario de la construcción radicado en Lérida y, Souani Farid, peón agrícola, discutían alegres sobre la cantidad de goles que les iban a caer en el zurrón a los libios. Lo de perder, era algo que no se contemplaba, ni se quería contemplar.
Sabri, que también tene negocios en varias localidades de la costa almeriense, aseguraba que los incidentes racistas de 2000 en El Ejido están superados: "Eso es agua pasada", sentenció con ua enorme mueca a modo de sonrisa. Obviamente, la situación no es ni parecida. Pero grupos especiales de la Guardia Civil se encargaron de la seguridad en los accesos y en el interior del estadio. No hubo excesos por ningún lado, pero la manera en la que los poseedores de entrada para el partido eran alineados bajo un sol que pegaba duro, distaba muchísimo de la que se ha visto en otros eventos de esta competición.
Pero el fútbol, por un día, proporcionó ayer un motivo de fiesta para el disfrute, para el orgullo de los miles de peones marroquíes que trabajan la agricultura almeriense.
Caen los primeros oros
El karate, que aspira a ser olímpico, pero que tiene difícil entrar en el programa en la próxima reunión de Singapur salvo que salga algún otro deporte, y en su caso el taekwondo, otra de las modalidades de combate, sigue siendo un gran vivero de éxitos para el deporte español. Ayer abrió el camino de los oros, pues el de las medallas ya lo había conseguido el día antes la natación, que también se quedó ayer en la plata como techo máximo.
El karateka Iván Leal, campeón mundial en 2000 y 2002, venció muy temprano en su categoría de -80 kilos y Cristina Feo se impuso poco después en +65. No fueron las únicas subidas al podio, aunque ya no a lo más alto. Pero España, prueba de su gran nivel, sumó otras seis medallas, en todas las categorías.
El piragüismo, que también recuperó sus días de gloria de los años 70 -la etapa encabezada por Herminio Menéndez y Misioné- en los pasados Juegos Olímpicos de Atenas, también demostró su nivel en el canal de Cuevas de Almanzora. El asturiano Javier Hernanz y el jerezano Pablo Enrique Baños, pareja de palistas que comenzaron a remar en 2004, se impusieron en el K-2 de 1.000 metros.
A última hora, el equipo de gimnasia masculina, con Rafael Martínez y Manuel Carballo a la cabeza, también se hizo con el oro como era de esperar. Por su parte, Rebeca Sires sumó en arrancada, el primero de los dos movimientos de halterofilia, el oro.
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