Lorenzo, un podio con placa de titanio

La carrera que abrió ayer el Gran Premio de Holanda olía a gesta. Y lo fue. Sólo así se debería entender que un piloto como Jorge Lorenzo consiguiera ayer, trece días después de ser operado de una doble fisura en su clavícula izquierda, subir al podio en la catedral del motociclismo, el circuito de Assen. Pues no. Lorenzo es un espectáculo dentro de la pista por su estilo de pilotaje y por la sinceridad de sus declaraciones fuera de ella. Lejos de contentarse con subir al podio con la placa de titanio y los siete clavos colocados por el doctor Mir aún tiernos, el mallorquín mostró una amarga decepción al descabalgar de su Honda por no haber conseguido su segunda victoria en 250cc. "No creo que merezca que nadie me felicite porque he hecho un poquito el tonto", declaraba exhausto el pupilo de Dani Amatriain, ya en el box.

"No merezco que nadie me felicite, porque he hecho un poquito el tonto", declaró exhausto

El mallorquín salió desde la pole y, cuando los semáforos se apagaron, evidenció que el hincapié que ha puesto en practicar las salidas ha dado sus frutos. En Mugello arrancó desde la posición más aventajada de la parrilla por primera vez en los 250cc, y perdió siete puestos al comienzo de la carrera, algo que hasta ayer era habitual debido a los nervios del momento. En Holanda, Giorgio se mantuvo líder tras la primera curva. "La moto corre bastante más, los mecánicos han hecho muy buen trabajo y por eso les estoy muy agradecido", dijo. Fruto de ello y de lo tardío de sus frenadas, Lorenzo comandó la carrera en 16 de las 18 vueltas totales.

Fue a dos vueltas para el final, en la entrada de la chicane que precede a la recta de entrada a meta, donde Lorenzo erró: "No he sabido cerrar un hueco que había y se me han colado. Lo que ha pasado hoy me servirá de lección para el futuro", declaró. Beneficiado por la maniobra que llevó a cabo Pedrosa para no tocarse con Lorenzo, el argentino Sebastián Porto aprovechó la ocasión que le brindaron ambos y se colocó líder a lomos de una recuperada Aprilia. A pesar de su descontento, Lorenzo, fiel a su filosofía, evitó poner excusas. "Un poco de daño sí tenía aunque no he salido infiltrado. Ayer me tomé una pastilla para el dolor y la verdad es que éste ha bajado mucho en comparación al que tenía", aseveró.

Una vez rebasado por el argentino Porto y por el vigente campeón, Lorenzo se quedó rezagado a falta de sólo dos giros para la conclusión y sólo pudo que observar la pelea por la victoria entre Pedrosa y Porto. "Esperaba poder ponerme delante en algún momento de las dos últimas vueltas", dijo Pedrosa. No pudo conseguir su cuarta victoria consecutiva. Una de las virtudes que posee el bicampeón del mundo es su temple, su inteligencia y su frialdad. Se tuvo que conformar con igualar su actuación del año pasado. "Quería ganar pero Lorenzo debe haber tenido algún problema en la última chicane y para no tocarle he tenido que cortar el gas. Entonces ya me ha sido imposible pasar a Porto", afirmó Pedrosa, quien amplía su ventaja al frente de la clasificación general del campeonato hasta los 37 puntos que le separan ahora del australiano Stoner. Quien ayer no ocultó su felicidad fue Sebastián Porto. Volvió a descorchar una botella de cava desde la posición más alta del podio, algo que no conseguía desde el Gran Premio de Australia del pasado año.