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La ciudad flotante

Un impresionante mazacote flotante de color blanco centró la atención en el campo de regatas de la Malva-rosa, donde se disputan las pruebas de flota desde ayer hasta el domingo. The World (el mundo), lo llaman. Y su dueño saluda a los inquilinos de la siguiente manera: "Hello, I'm the president of the world (hola, soy el presidente del mundo)". Una ciudad flotante cuyas entrañas son apartamentos de todo tipo, unos más lujosos que otros, algunos muy grandes: hay uno de 600 metros cuyo propietario, como la mayoría, es un jubilado que surca los mares del globo durante gran parte del año a bordo de este inmenso buque que, por sus dimensiones, tuvo que pedir permiso a la organización para presenciar las regatas. "Sí", le contestó la America's Cup Management, "pero no se acerque demasiado". No lo hizo.

Lo que vieron los pasajeros del The World fueron dos regatas de flota, modalidad que no se utilizaba en la Copa del América desde 1870. En éstas, el Desafío Español firmó un resultado mediocre. "No me gusta ser una persona negativa, pero hemos tenido serios problemas en las salidas", afirmó el patrón del equipo español, Jesper Radich; "si a eso le añades que las condiciones no eran perfectas, pues...".

La misma sensación tuvieron el resto de participantes con aspiraciones. "Hoy no es un buen día para sacar conclusiones sobre el barco. Ha habido momentos en que no sabíamos por dónde nos soplaba el viento", abundó el diseñador del New Zealand, el cántabro Marcelino Botín.

La competición se reanuda hoy con otras dos regatas de flota. El parte meteorológico anuncia vientos de poca intensidad.

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