Ponce torea y Esplá gana
A Esplá le salió todo; porque lo buscó, porque la suerte le vino de cara y porque sus paisanos le hicieron una demostración de cariño infinito. Y Esplá, que sabe cómo vender, no dejó escapar la ocasión de darse un baño de multitudes. Sus dos faenas, tanto al feo primero como al parado cuarto, fueron dos obras barrocas. Cargadas de adornos, vistosas y alegres. Arriesgó en banderillas y aportó, como novedad a su repertorio, un par al violín.
Dos grandes obras de Ponce. El enterado segundo, que sembró caos y pánico en banderillas, quedó en sus manos tras la segunda serie de muletazos. Con mucho tacto primero, siempre suave, y consintiendo después, la faena fue una exhibición técnica y artística. Mas el toro recordó su pasado reciente, se descuadró, y Ponce lo pinchó más de la cuenta. Al de Guadalmena que hizo quinto, el más toro de la tarde, también lo dejó listo tras doblarse con él, ganarle terreno y vaciarlo en los medios. Sin gran entrega, pero muy cosido a la muleta, el toro se rindió sin condiciones. Una estocada baja restó premio. Un pletórico Ponce. Dos exhibiciones.
Jandilla, Guadalmena / Esplá, Ponce, Manzanares hijo
Cinco toros de Jandilla, justos y manejables, y uno, el 5º, de Guadalmena, bien presentado. Luis Francisco Esplá: dos orejas y oreja. Enrique Ponce: aviso y saludos; aviso y oreja. Manzanares hijo: silencio y oreja. Plaza de Alicante, 22 de junio. 6ª de feria. Lleno.
La primera faena de Manzanares no rompió. Lo llevó muy sometido al principio, demasiado, y el toro se le paró. Al sexto, que tampoco se entregó, lo entendió mejor. Trabajo de más a menos. Entonado al final, la faena tuvo muchos aspectos elegantes, aunque primó más la forma que el fondo.
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