El Ballet Imperial Ruso llega a la Gran Vía con siete piezas clásicas
El coreógrafo ruso Gediminas Taranda mantiene a los 45 danzarines del Ballet Imperial Ruso en el teatro Gran Vía con un repertorio clásico que mostrará un total de siete piezas clásicas hasta el próximo mes de julio. Durante esta semana, el público podrá disfrutar con Romeo y Julieta, montaje al que seguirá El cascanueces (del 28 de junio al 3 de julio), Sherezade, Carmina Burana y Bolero (del 5 al 10 de julio), y La bella durmiente (del 12 al 17 de julio). Para los amantes del ballet, El lago de los cisnes, que se representó al inicio de la temporada clásica del teatro Gran Vía, habrá repetición antes de que la compañía se marche de la capital.
Para Taranda, "todas las obras que integran el programa clásico son versiones que se crearon para el teatro Bolshoi de Moscú y en las que se puso especial cuidado con la escenografía y el vestuario".
El director artístico de la compañía destacó también que la pieza Sherezade "es una copia de la primera puesta en escena de la obra, en 1910, mientras que Bolero tiene un lenguaje más moderno". La sorpresa del menú dancístico estará en la obra El cascanueces, en la que podrán participar alumnos de las escuelas madrileñas, "como símbolo de unión de las distintas culturas", apuntó ayer Taranda durante la presentación. "En Rusia se incluye a niños que estudian en conservatorios, por lo que aquí hemos querido hacer lo mismo", señaló.
Después de una cuidadosa selección, los jóvenes elegidos podrán aprender los pasos de los grandes de la compañía durante diez días. Los más aventajados tendrán la oportunidad de interpretar un fragmento de La bella durmiente a partir del 12 de julio.
Aunque el repertorio de la compañía incluye todos los ballets clásicos, y muy especialmente la obra Don Quijote, que no falta del calendario de trabajo desde los inicios del Ballet Imperial Ruso, esta pieza no se representará en el periplo madrileño porque "siempre ha tenido poca acogida en los teatros españoles, mientras que en el extranjero es una de las más exitosas", según Taranda.
El Ballet Imperial Ruso nació en 1994 gracias al impulso de la bailarina Maya Plisétskaya y la organización de Taranda con el objetivo de "retener a las grandes figuras del ballet ruso desde la iniciativa privada para que estos bailarines no tuviesen que buscar su futuro en el extranjero", dijo el coreógrafo.
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