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Crítica:FERIA DE ALICANTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tarde muy festiva

Al toro que abrió la corrida lo toreó Rivera Ordóñez muy cómodo, demasiado. Nunca buscó el compromiso y optó por el camino más fácil, que era pasarlo de forma repetida por la derecha. Algo despegadillo y sin la entrega que pedía el toro. Jaleado por el tendido, la faena ni subió ni bajó. Siempre en el mismo tono. Y cuando ya estaba hecha labor tan cómoda, se echó la muleta a la izquierda. Fue un intento nada convencido, y siempre con la ayuda de la espada. Al rematar, el toro se le vino encima. Ahí acabó todo. Lo mejor lo dejó firmado con el estoque. Una excelente estocada, de buena ejecución y marcada en todo lo alto. Flojo y manso, sin entrar a la muleta, el cuarto no le dio muchas opciones. Rivera, precavido, cumplió un trámite absurdo, que se alargó mucho a la hora de cuadrar al toro.

Jarrama, González / Rivera, Abellán, Fandi

Tres toros de Jarrama: 1º, 2º y 6º y otros tres de Manolo González, correctos de presentación, nobles y muy blandos. Rivera Ordóñez: buena estocada (oreja); pinchazo y media muy trasera -aviso- (silencio). Miguel Abellán: estocada trasera (oreja); metisaca, tres pinchazos (aviso), estocada y descabello, saludos. El Fandi: casi entera, desprendida y muy atravesada y un descabello (oreja); media tendida y dos descabellos (oreja) . Plaza de Alicante, 18 de junio. Segunda de Feria. Tres cuartos de entrada.

Un alboroto le formó de salida Miguel Abellán al segundo. Primero un farol de rodillas y luego, ya de pie, una sucesión de lances a pies juntos, delantales, chicuelinas y el remate de una media con pérdida del capote. El noble toro a penas fue castigado en varas, pero la faena de Abellán no prendió nunca. La falta de fuerzas del toro le hizo vencerse en ciertos momentos y desequilibrar la balanza. Una labor poco cosida, con el toro parado al final y el torero en busca de efectos populares para encender un tendido ya de por sí festivo y generoso. El cuarto, que se dejó en varas aunque manseó, también fue recibido por Abellán con dos faroles de rodillas. Noble, obediente y también con las fuerzas justas, fue en las manos de Abellán casi un juguete. La faena la cargó toda sobre la mano derecha, con momentos templados, y a favor de un público que para entonces ya había convertido la corrida en una gran fiesta.

La del tercero fue un simulacro de lidia, desde el primer hasta el último tercio. Una vara apenas señalada, un tercio de banderillas de enfrentamiento muy desigual y una faena dedicada a galería tan festiva. Hasta se jaleó un desarme y la recuperación de la muleta al vuelo por parte de El Fandi. Toro tan tullido y torero tan atlético, fue como un cuadro sin color; en el sexto repitió El Fandi su espectáculo en banderillas, ahora con cuatro pares. Con el toro en busca de las tablas, El Fandi siguió la corriente del público en faena de poco peso pero muy popular.

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