_
_
_
_
Reportaje:

Miedo y miseria en la patera de Tánger

Los inmigrantes de otra lancha acusan a dos hermanos marroquíes de ser los responsables del naufragio con 12 fallecidos

Dos hermanos marroquíes parecen ser los jefes de la red de traficantes que fletó la patera cuyo naufragio, ocurrido la madrugada del pasado lunes cerca de Tánger, costó la vida a seis mujeres subsaharianas y a sus seis hijos pequeños. La policía española ha remitido al Ministerio del Interior marroquí los apodos y las características físicas de esos individuos, en cuya localización ponen "el máximo empeño" las autoridades del país vecino.

Las declaraciones de los 49 inmigrantes marroquíes -44 hombres y 5 mujeres- detenidos en una embarcación que llegó el lunes a la costa de Tarifa (Cádiz) permiten reconstruir la tragedia ocurrida hace seis noches en Sidi Kenkuch, una playa de rocas situada 15 kilómetros al este de Tánger.

Más información
Rescatados en Canarias 13 supervivientes de una patera tras diez días a la deriva

Los inmigrantes habían contactado en esa ciudad con miembros de la organización de traficantes, a los que cada uno pagó por adelantado entre 1.000 y 1.500 euros a cambio de un viaje en patera hasta Cádiz.

Fueron reunidos en un bosque a medio camino entre Tánger y Ceuta. Cobijados en tiendas y chabolas hechas con plásticos, esperaron la salida de la embarcación. Las cinco mujeres fueron recluidas en una casa de las proximidades. Muy cerca de su campamento había otro, de inmigrantes subsaharianos, en el que poco antes de la noche de la tragedia daría a luz una mujer. Ella y su bebé fueron, presumiblemente, dos de las 12 víctimas del naufragio.

Durante su estancia en el bosque, los traficantes sólo les entregaban una barra de pan por persona y día. Los demás alimentos se los vendían a precios dos y tres veces superiores a los de mercado.

En este estado de opresión, miseria y miedo pasaron los inmigrantes hasta dos meses, pues el mar estaba intratable en el Estrecho. Desesperados, algunos reclamaron la devolución del pasaje. Los mafiosos les respondieron que podían irse, pero que se olvidaran del dinero.

El día de la partida, los traficantes los reunieron en un claro. Estaban armados con estacas y espadas. Les retiraron los documentos de identidad y les advirtieron de que eran hombres muertos si se les ocurría revelar a la policía española algún dato sobre la organización o sobre el lugar en el que habían permanecido ocultos. En cambio, si se portaban bien les rebajarían el precio de un segundo viaje, en caso de que fueran interceptados y devueltos a Marruecos.

Amparados en la noche, los propios inmigrantes tuvieron que cargar la embarcación, una zodiac gris de ocho metros de eslora y dos de manga, equipada con un motor Yamaha de 60 caballos. El camino hasta la playa estaba formado por grandes piedras, sobre las que era difícil mantener el equilibrio. Uno de los expedicionarios resbaló y se rompió una pierna. Sus compañeros no volvieron a saber de él.

Ya en la playa, vieron otra lancha, abarrotada de subsaharianos, que tenía problemas con el motor. El hijo de uno de los traficantes subió a bordo y consiguió ponerlo en marcha. Luego descendió y cedió el timón al patrón.

Fue entonces cuando A. M., de 26 años y patrón de la expedición de los marroquíes, en prisión incondicional desde ayer, se volvió hacia sus pasajeros y les explicó: "Los negros son un cebo para entretener a los españoles. Mientras los rescatan a ellos, nosotros podremos entrar en España".

Minutos después se produjo la tragedia.

Un miembro de Cruz Roja atiende a una inmigrante llegada ayer en patera a Málaga.
Un miembro de Cruz Roja atiende a una inmigrante llegada ayer en patera a Málaga.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_