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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La mirada y el deseo

Los grandes coleccionistas, esos ricos recientes que lo mismo compran acciones de futuros que obras de arte, adquiriendo siempre lo más caro, en la idea de que lo que más cuesta es lo que encierra menos riesgo, han abandonado el interés por la elegante abstracción minimalista y por las obras de corrientes conceptuales apostando por trabajos artísticos menos intelectuales, algo que ellos puedan entender de un golpe de vista, de aquí el publicitado éxito del llamado "retorno de lo real", del nuevo poder de la imagen (a ser posible fotográfica), de la alegoría sin metáfora y de la narratividad. Se abre con este periodo, dominado por el consumismo banal, un amplio espectro de posibilidades plásticas que cubren artistas como Simon Starling, Maurizio Cattelan o Thomas Demand, por poner sólo tres ejemplos. En este contexto que ilustra el espíritu de esta época, la obra de Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965), figurativa, narrativa y explícita, puede ser interpretada como la sombra que producen esas corrientes en España.

BERNARDÍ ROIG

Galería Max Estrella

Santo Tomé, 6. Madrid

Hasta el 25 de junio

Bajo el título El baño de Diana muestra el artista una serie de esculturas, dibujos, fotografías y vídeos que hacen hincapié en el poder de la imagen y en la atracción de la narración. Mientras que otros artistas de su generación recurren a los cómics o a los objetos cotidianos, Bernardí Roig parece encontrar su filón iconográfico en las figuras del barroco, su vena dramática en la mitología clásica y su sentido simbólico en la trasgresión surrealista. La mezcla de estos recursos se precipita en esta exposición que resulta ser algo más que la mera suma de las obras individuales ya que el conjunto ofrece una lectura que la mirada del visitante puede urdir al relacionar unas piezas con otras. El recorrido por la galería se convierte así en un paseo en el que se van sucediendo diferentes escenas dramáticas que cada espectador puede componer a su antojo.

El hecho de que se sirva

de varios medios diferentes, como son el vídeo, la instalación o la obra escultórica que recurre a la mimesis fidedigna del cuerpo humano, hace que la atención no se centre en la resolución de los aspectos técnicos propios de las obras sino en el tema. Pero, obviamente, El baño de Diana no es el tema sino un pretexto para insinuar el deseo erótico y mostrar la turbación de la mirada cuando se proyecta sobre asuntos sexuales. En este sentido, la exposición tiene garra y consigue atrapar a los espectadores, pero algunas obras pecan tanto de obviedad como de falso virtuosismo técnico.

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