Defensa de la sanidad pública
Escribo esta carta con ocasión de escuchar en directo a médicos del hospital de Leganés (Madrid) que vinieron a nuestro hospital invitados por la Asociación de Facultativos Virgen del Rocío de Sevilla.
Soy simple trabajadora, ciudadana defensora de lo público, especialmente en el sector sanitario. No soy profesional sanitario y, por tanto, mi criterio lo expreso con el más amplio sentido de la libertad, no condicionado ni por cargo directivo, ni sesgado por corporativismo profesional y colegial o por favores sindicales.
En 30 años de vida profesional, y de ellos más de la mitad en la empresa privada, se me ha presentado la oportunidad, en este último periodo, de trabajar y conocer de cerca la labor del personal sanitario y tengo que reconocer, que en su gran mayoría superan, con creces, la profesionalidad, el compromiso con los pacientes y la dedicación, a cualquier otro profesional del mundo empresarial que yo haya conocido hasta el momento.
He meditado sobre el asunto: la doble moral de los dirigentes que con una denuncia anónima cesan a profesionales, mientras que con el grito en la calle y el dolor contenido y la impotencia, no pudimos parar una guerra que ha matado a tantos inocentes. Hoy, al escuchar a estos profesionales, abrumados por las acusaciones, desconfianzas, injurias e impotencia, he sentido indignación. Será difícil restituir el reconocimiento a estos profesionales, pero no me cabe la menor duda, de que si han obrado con rigor y profesionalidad como es habitual en los profesionales sanitarios públicos, la lucha que interesadamente le han planteado, les va a reforzar en el papel y compromiso con los pacientes en sus futuras tareas.
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