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La presión vecinal fuerza la dimisión de la Corporación de Benigembla

Benigembla se ha convertido en un municipio desgobernado, tras la dimisión, ayer, de todos los concejales excepto un edil del PP, Juan Felipe Pérez, ausente en la reunión en la que el resto de munícipes, incluido el alcalde, el popular Aurelio Llinares, tomaron la decisión.

Una simple visita protocolaria al pueblo del presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, desembocó en la sorprendente decisión de los munícipes. Ripoll fue abucheado por un grupo de vecinos contrario a un proyecto urbanístico. Tras la visita, casi toda la Corporación, que viene soportando la presión vecinal desde la aprobación del proyecto -un campo de golf con 1.500 viviendas- firmaron un documento en el que expresan su deseo de abandonar sus responsabilidades políticas en el Consistorio.

Una decisión provocada por la presión vecinal, que desde hace varios meses exigen la revocación efectiva del convenio firmado entre el Ayuntamiento y la empresa constructora, Coll de Rates, SA, del Grupo Ballester. Un acuerdo que fue aprobado en el mes de noviembre de 2004 con los votos favorables de populares y socialistas, y la abstención del Pérez, y que permite a la constructora ejecutar con derecho preferente, diferentes programas con 150.000 metros de techo de aprovechamiento urbanístico en una superficie de aproximadamente un millón de metros cuadrados de suelo no urbanizable, que el Ayuntamiento recalificará cuando se redacte el Plan General. El plan se completaría con un campo de golf.

Se agota la lista

La situación actual se presenta complicada para el pequeño pueblo de Benigembla, con poco más de 500 habitantes, puesto, que tras las renuncias producidas en los últimos meses de concejales del PP que han ido pasando por el Ayuntamiento, con el mismo problema de fondo, a la lista electoral presentada en los últimos comicios por este grupo tan solo le quedan tres candidatos, que figuraban como suplentes.

La decisión de una dimisión al completo ha venido precipitada por los acontecimientos que se han producido apenas unas horas antes, con la visita de cortesía del presidente de la Diputación Provincial, José Joaquín Ripoll. Un centenar de vecinos abucheó, con silbidos y gritos, al presidente provincial del PP, al que mostraron varias pancartas en las que se podía leer su rechazo especial al campo de golf, que promueve el grupo Ballester.

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Los vecinos portaban cartones que rezaban: No volem jugar al golf, y gritaban "no a la especulación, alcalde dimisión". El colectivo pidió al dirigente del PP que "convenza" al alcalde, Aurelio Llinares, también del PP, para que descarte este proyecto.

Los manifestantes increparon al alcalde por haber firmado el convenio. Ripoll hizo frente a la situación y se limitó a comentar que "se trata de un tema exclusivamente municipal".

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