Basuras
Quiero abordar la huelga de basuras en la provincia de Granada. Por basura entendemos suciedad, es decir cosa que ensucia, pero tenemos que pararnos a pensar si con la actitud beligerante e intransigente de unos y otros, trabajadores-sindicatos, empresarios-administración, estamos día a día siendo unos exquisitos guarros y dando olor perfumado en toda la geografía de Granada. Si entendemos por basura residuos desechados, hay también un desperdicio, que es el tiempo empleado en no recoger la citada prenda, pues el derecho de la huelga de los trabajadores no debe de estar reñido con el derecho a la vida sana de todos los vecinos y ciudadanos. Si por basura se entiende el lugar donde se tiran esos residuos y desperdicios, hemos dejado de tener vertederos de basura controlados con planta de reciclaje incluida, para hacer de toda la provincia un "bonito" y lamentable vertedero. Si por basura entendemos el estiércol, sea de caballerías u otros animales, hemos convertido nuestras calles y esquinas y plazas en un hediondo estercolero, insalutífero, pese a las opiniones de la Delegación Provincial de Salud de la Junta. Si por basura entendemos una cosa repugnante o despreciable, es de todo punto reprobable que el conflicto colectivo en ocasiones esté impidiendo los servicios mínimos, incluidos la multiplicación de piquetes y, por tanto, llena de un baldón ignominioso a las autoridades que no saben poner límites a este problema.
En Granada no hay una sola basura, sino la de ciento y pico de municipios que huelen cada día, y que son ejemplo de provocación de la náusea y angustia, y un motivo de espanto del turismo. ¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia? ¿Acaso tenemos culpa los vecinos de que tales trabajadores no cobren salarios dignos, a costa del enriquecimiento de las empresas adjudicatarias, donde parece primar más el beneficio del accionista que un salario justo? Roguemos que la alternativa del diálogo, y el fin de la huelga, no sea como siempre ocurre a costa del bolsillo del sufrido usuario.
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