Magníficas vistas
Magníficas vistas... de cemento, de tendidos vacíos. Se acabó la feria, se agotaron las invitaciones de las empresas, desaparecieron los trajes y las corbatas y los claveles y los que venían a figurar y los güisquis... y la fiesta volvió a su triste realidad: amplias y magníficas vistas de cemento armado, toros descastados y turistas, muchos turistas de nacionalidades diversas.
Ojos que no ven... Como no saben, se divierten en la falsa creencia de que el abrurrimiento es consustancial a la corrida. Así, aguantan lo que les echen, menos los japoneses. A las ocho en punto de la tarde, el nutrido grupo de japoneses que ocupaba el tendido 10 salió en fila india de la plaza porque no perdonan la cena, y hacen bien. A una indicación del guía se levantan todos disciplinadamente y se les pone cara de felicidad al pensar, se supone, en la cerveza fresquita.
Eso es lo que debieran haber hecho los pocos espectadores que quedaban en la plaza porque la corrida de Sepúlveda fue un fiasco en todos los órdenes. Ya se lidiaron cuatro corridas de procedencia Atanasio Fernández en San Isidro con un resultado pobrísimo, y no tiene explicación lógica que, días más tarde, vuelvan toros del mismo origen y, como estaba cantado, con idéntico resultado: inválidos, descastados, parados, sosísimos, bueyes de carreta que no ofrecieron la más mínima posibilidad a los toreros. Inexplicable decisión de la empresa, pero ahí está empecinada en su error.
Lo intentó Barreda, consciente de que era una oportunidad de oro para avivar su difícil carrera. Tiene oficio, sabe estar en la cara de los toros y le sobra decisión, pero su lote fue imposible. Iván Vicente es un torero que luce buenas maneras. Tiene un porte elegante y fino y se empeña en torear más que en dar pases. En sus dos toros se estiró con empaque a la verónica, aunque ambos acudieron con las manos por delante y frenándose en el encuentro. Inválido llegó su primero a la muleta, se colocó bien el torero, se metió entre los pitones y demostró una encomiable decisión. Inmóvil el quinto, sólo sirvió para aumentar la desesperación de los asistentes. Ni un pase se dejó dar el primero de Leandro Marcos, torero también de fondo artista, que volvió a estrellarse con el sexto. Tras el timo ganadero de ayer, mañana, mejores vistas.
Babelia
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