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Reportaje:

Olaizola II apela a la épica

El pelotari de Goizueta vence 22-18 tras levantar nueve tantos contra Martínez de Irujo

Contra pronóstico, de tapado y tirando de épica y sufrimiento. La final del Manomanista de ayer fue un fiel reflejo de la carrera deportiva de Olaizola II. El de Goizueta era siempre la figura por explotar; el pelotari clásico y elegante, templado y pegador al que sólo le faltaban los títulos. Ayer todo estaba escrito para que añadiese un capítulo más de sus desgracias y subcampeonatos. El marcador reflejaba un contundente 15-6 a favor de Martínez de Irujo, la revelación y la revolución de la pelota.

El dinero se regalaba a favor del de Ibero cuando éste decidió sacar al ancho, un poco a lo loco, y dejó que Olaizola devolviese con su derecha. A Irujo se le fue la respuesta a las tablas. Desde ese momento, el encuentro que se había definido por su rapidez (siete tantos de saque y tres más en el tercer pelotazo) pasó a ser un duelo de golpes, con tantos más largos y con una resurrección paulatina de Olaizola.

Martínez de Irujo arruinó una ventaja de 15-6 por su mala estrategia de partido

El de Goizueta había salido un poco timorato e Irujo le barrió con un rápido 5-0 en tres saques y dos impresionantes dejadas. No se descompuso, pero demostró estar demasiado pendiente de Juan Martínez de Irujo. Cada saque de Olaizola era una retahíla de miradas durante la carrerilla para ver si el hasta ayer campeón decidía esperar a bote o adelantarse a restar de aire. Demasiado obcecado por estos aspectos, sus golpes iniciales perdían brillo e Irujo se adelantaba cada vez más en el marcador. Tras varios errores de Irujo, que llevaron el marcador hasta el 7-5, el de Ibero volvió a tomar el mando a pura dejada y errores de Aimar Olaizola. La ventaja para el de fajín rojo subió hasta el 12-5. Con este tanteador, se disputó el primer punto largo, peleado y en el que Olaizola II comenzó a soltar su diestra. El que defendía la txapela trató de responder de volea, pero el cuero acabó en la contracancha. En principio, sólo era un tanto que Irujo solventó con dos pelotazos arrolladores y un fallo de su rival.

Era el 15-6, la ventaja más amplia del encuentro. El punto y final. Pero al de Ibero se le ocurrió sacar a la derecha y medio regalar el punto. Y Olaizola comenzó a carburar y a golpear. A demoler con su izquierda y aguantar perfectamente con la derecha, a comerse la moral de Irujo con un semigancho a la derecha y un tanto muy largo que Irujo trató de acortar con una dejada demasiado arriesgada. De 15-6 se pasó al 15-13 en apenas cuatro minutos de juego. Olaizola se creció y tiró a la chapa una cruzada desde el cuadro 4 y, a continuación, se pasó de fuerza y la tiró al colchón superior (17-13).

El de Goizueta no cayó en la desesperación. Es demasiado serio y cree demasiado en sus posibilidades como para tirar un partido, y menos la final del mano a mano. Sacó todo su arsenal, quemó su historia de fracasos y, a golpe de izquierda y alargando los tantos borró a Irujo. Lo destrozó y le puso nervioso. Subió hasta el tanto 21 y sólo una genialidad de su rival puso el 18-21 en el marcador. En el último tanto, Olaizola volvió a arrollar al hasta ayer campeón y se calzó por primera vez la txapela del Manomanista. Era su tarde, pese a que nadie lo esperaba. Sólo su fuerza de voluntad pudo superar todos los obstáculos, incluido Irujo, que no pudo sumar su segundo título individual en su carrera que hoy cumple dos años como profesional.

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