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Reportaje:

Un paso al frente contra el maltrato

11 mujeres de Cádiz constituyen la fundación Yedra contra la violencia sexista

"Si me pasa algo, que sepáis que no ha sido un accidente ni me he suicidado". La presidenta de la fundación Yedra, Pepa Santiago, recuerda esta llamada. El mensaje tembloroso de una mujer maltratada. También ha recibido otras. Algunas cargadas de miedo. Otras llenas de dudas. La mayoría, ansiosas de encontrar a alguien. "Queremos luchar contra esa soledad", defiende Santiago. Ella y otras 10 mujeres gaditanas forman esta organización, dispuestas, entre otros retos, a levantar el primer centro integral para la atención de víctimas de la violencia sexista en Andalucía.

Hace un año que las 11 se reunieron por primera vez para organizar el trabajo de la fundación. Pero no fue hasta la semana pasada cuando han podido constituirla legalmente. "Hemos encontrado muchas trabas administrativas", explica la presidenta. Pero, en este año de volteretas burocráticas, no han dejado de trabajar con las destinatarias finales de su labor: las víctimas.

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En diciembre, después de que la fundación se presentase a los medios de comunicación con la participación del Defensor del Pueblo, José Chamizo, llegaron las primeras llamadas. "No habíamos dado ni el número de teléfono. No teníamos ni sede pero nos localizaron". Eran mujeres que deseaban respuestas, que buscaban una puerta de salida. Pero nadie les ofrecía la llave. "Algunas habían estado ya en todos sitios: en los juzgados, en la policía, en las administraciones... Pero seguían perdidas", relata Pepa Santiago, quien ha respondido a muchas de esas llamadas. "Se encuentran solas y la inmensa mayoría quieren tan sólo tener a alguien que las escuche y las comprenda". Las mujeres de la fundación tratan de ofrecer una doble labor: asesoramiento y acompañamiento. Si una víctima llama, se le orienta para que sepa actuar correctamente. Si una víctima lo pide, se le acompaña a lugares claves como la comisaría o los juzgados, donde la mujer maltratada se siente todavía más perdida.

En este año, las promotoras de la fundación han arrancado compromisos a entidades financieras, administraciones y organismos para poder afrontar todos los retos marcados. El más inmediato es darse a conocer mucho más. Durante el mes de junio, impulsarán una campaña informativa sobre su trabajo a través de carteles y folletos, que servirán también como guía para explicar a la mujeres cómo pueden denunciar, qué recursos tienen y qué pasos dar para encontrar la llave de salida a sus problemas

La fundación ya tiene una llave, la que abre las puertas de su primera sede. En la oficina 302 del edificio Minerva, en la avenida Ana de Viya de la capital gaditana. "Está en un punto neurálgico, cerca de los juzgados y de comisaría". Pero todavía ansían otra. La que abra su principal proyecto, el que las impulsó inicialmente a crear la fundación. La llave del centro para la atención integral de las víctimas de la violencia doméstica. Una experiencia similar a la que Ana María Pérez del Campo ha desarrollado en Madrid con gran éxito. De esta instalación en la capital de España, el 75% de las mujeres han podido ser recuperadas.

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El centro albergará a las víctimas y a sus hijos de hasta 12 años. Los niños serán escolarizados mientras a sus madres se les buscará un trabajo. Contarán con un lugar donde vivir y un empleo. "Es lo que necesitan para salir de ese pozo. Necesitan ganar en autoestima, poder arrancar por sí solas para cambiar sus vidas. Es lo que yo llamo inventarse a sí mismas", explica la presidenta. El Ayuntamiento de Chiclana ya ha ofrecido suelo para el centro y ahora las promotoras de la iniciativa esperan también reunir el dinero suficiente para construirlo cuanto antes.

El proyecto que impulsan estas 11 mujeres se llama en realidad: Fundación gaditana para la recuperación, reinserción e integración de mujeres víctimas de la violencia de género. Pero ellas la han redefinido Yedra. "Queremos ser como esa hierba que crece y que se agarra fuerte". Su presidenta dice que el nombre da esperanza. La misma que quiere transmitir cada vez que suena el teléfono de la fundación.

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