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VISTO / OÍDO
Columna
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Fraga

Oí en Radio Nacional de España una larga entrevista con Manuel Fraga: como en los viejos tiempos. Ese ente, o como quieran llamarle, ha hecho una gran labor en pro de la neutralidad: como si los dos grandes partidos fueran únicos e iguales. Mi opinión es un poco distinta: yo soy verdaderamente neutral, miro desde la misma distancia esos dos partidos, y todos los demás, y considero que el PP es malo por naturaleza. Lo fundó Fraga y perdió las elecciones generales porque la gente le consideró demasiado apegado al franquismo. De esa gente se separarían los gallegos, que le dieron la presidencia de su región, ya autonomía. Para lo cual el propio partido tuvo que desprenderse antes de él, como en Freud y su Edipo: matar al padre, acostarse con la madre. Con la madre España: lo hicieron, después de desprenderse de personajes pintorescos -Hernández Mancha- o demasiado inteligentes para ellos -Herrero de Miñón- y de este Fraga que ahora va a obtener una mayoría de votos otra vez en Galicia. ¿Por qué? No lo sé. La edad no es obstáculo. Las diferencias físicas no parecen afectarle en sentido negativo: el andar zambo no tiene ningún inconveniente: no se gobierna andando. El hablar atropellado es una ventaja: no entenderle es mejor que entenderle. Yo le tengo cierta costumbre de antaño, en público y en privado -siempre en ejercicio de nuestros oficios-, y, a mi pequeño parecer, es un hombre muy bruto de maneras profesionales, aunque de una exquisita educación si uno no tiene nada que ver con él. Supongo que algo aprendería de eso en Londres, cuando fue embajador. Decía él en RNE que es embajador de carrera. Tiene muchas carreras, muchas oposiciones ganadas y un currículo donde hay violencias -la firma del acta del Consejo de Ministros por la que se mató al inocente Puig Antich-, represiones en periodos turbulentos y anécdotas de mal carácter. Pero, en fin, lo prefieren numerosísimos gallegos.

La publicación de esta encuesta puede animar a muchos indiferentes a votar a su favor: es una tradición. Claro que no gobernaría si el Bloque Nacionalista Galego se aliara con el partido socialista: sus diputados formarían una mayoría bastante clara y suficiente. No parecen, ahora, muy decididos. Y el PP de Madrid cree que estas elecciones son indicativas del estado del PP en España. Se equivocan: Galicia parece un mundo aparte.

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