_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un tributo a James Wolfensohn

A lo largo de la última década, la economía global ha alcanzado una prosperidad sin precedentes, cimentada en el comercio, los movimientos internacionales de capital y la innovación tecnológica. Sin embargo, en medio de este innegable progreso sigue habiendo pobreza, enfermedad y analfabetismo generalizados. En un mundo empequeñecido por las telecomunicaciones modernas, la televisión por satélite e Internet, seguimos topándonos cada día con los grandes retos del desarrollo que seguimos afrontando.

Es posible que ninguna persona haya hecho más por hacer sonar la alarma -ganándose un merecido reconocimiento por sus numerosos éxitos y comprendiendo con claridad las deficiencias aún sin resolver- que James Wolfensohn, el presidente saliente del Banco Mundial. Como director general del Fondo Monetario Internacional, he tenido el privilegio de trabajar estrechamente con Jim Wolfensohn, y de ver de cerca a un hombre con una misión extraordinaria: la reducción sostenible de la pobreza mundial.

La pobreza en cualquier lugar significa pobreza en todas partes

Wolfensohn abandonó una triunfal carrera en el mundo empresarial para dirigir la campaña global contra la pobreza. Tal vez el mayor tributo a su compromiso y tenacidad sea que sus esfuerzos durante los últimos 10 años hayan suscitado críticas y alabanzas, ya que ha estado en el centro de todas las grandes campañas destinadas a aliviar los males económicos de nuestra generación.

Wolfensohn dirigió el Banco Mundial hacia todos los debates importantes sobre desarrollo, y encabezó el esfuerzo por combatir el sida, además de otras enfermedades mortales que amenazan a numerosos países pobres. Ha sido un franco portavoz de los derechos de las mujeres y defensor de las preocupaciones medioambientales, además de un formidable paladín de los argumentos para reducir la deuda de los países más endeudados. También ha situado al Banco Mundial en el centro de los esfuerzos por ayudar a reconstruir las naciones que surgen de conflictos civiles devastadores, desde Bosnia hasta Sierra Leona pasando por Timor Oriental.

Como presidente del Banco Mundial, Wolfensohn afirmaba machaconamente que el mundo no puede dividirse entre "los que tienen" y "los que no tienen". La pobreza en cualquier lugar significa pobreza en todas partes, y es necesario un crecimiento equitativo para la estabilidad y la seguridad de todos. De hecho, ése es el verdadero significado de la globalización.

Al mismo tiempo, Wolfensohn realizó una enorme aportación a las tareas de desarrollo, defendiendo que la pobreza debe enfocarse como un problema multidimensional. Ahora se acepta de forma generalizada que la ayuda económica por sí sola no traerá una reducción eficaz de la pobreza. Por el contrario, la clave reside en un crecimiento sostenible que favorezca a los pobres, lo cual requiere una estabilidad política -es decir, paz y seguridad para los individuos-, un buen gobierno y la participación de todos los involucrados en las políticas.

Bajo la dirección de Wolfensohn, el Banco Mundial ha seguido adelante con este exhaustivo y coordinado enfoque de forma concreta, realizando significativos avances en la lucha contra la pobreza global. Durante los últimos 10 años, el Banco ha sido el mayor financiador externo de educación primaria, asistencia sanitaria básica, programas contra el sida y otros destinados a proteger el medio ambiente y la biodiversidad. Este proyecto está orientado a mejorar la dignidad humana y mantener un desarrollo sostenible.

La insistencia de Wolfensohn en que se afrontara la corrupción como parte del proceso de desarrollo fue otro valioso paso adelante. Antes, el mero hecho de mencionar la corrupción en algunos círculos oficiales se consideraba tabú. Pero la corrupción constituye el mayor obstáculo para el crecimiento y el desarrollo en muchos países, especialmente cuando se desvían recursos destinados a los pobres. El Banco Mundial insistió en que la corrupción se percibiese como un cáncer, y en que combatirla fuera sinónimo de luchar contra la pobreza.

De hecho, la franqueza fue un sello distintivo del mandato de Wolfensohn. Muchos ministros gubernamentales, funcionarios del Banco y representantes de ONG han experimentado sus afiladas críticas y también sus efusivas alabanzas. El FMI no ha sido inmune a este tratamiento. La fuerza de las instituciones de Bretton Woods reside en la diversidad intelectual, y el Fondo se benefició de la honestidad de Wolfensohn, y también de su compromiso con la cooperación entre el Banco Mundial y el FMI, que fue afianzándose progresivamente durante la pasada década. El trabajo de nuestras dos instituciones -en campos tan diversos como estrategias para la reducción de la pobreza, alivio de la deuda y el programa conjunto para analizar los sectores financieros en nuestros países miembros- fortaleció la economía global.

En última instancia, el desarrollo atañe a la gente. La mayor virtud de Jim Wolfensohn ha sido su genuina preocupación por los pobres del mundo. Su legado incluirá un Banco Mundial firmemente comprometido con un mundo en el que no exista la pobreza. Es posible que los pobres de todo el mundo se sientan más pobres por perderle como su defensor y paladín. En realidad, sus perspectivas son más optimistas gracias al trabajo de Wolfensohn durante la última década.

La agenda de Cinco Días

Las citas económicas más importantes del día, con las claves y el contexto para entender su alcance.
RECÍBELO EN TU CORREO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_