Un accidente que dispara la alerta
McLaren aboga por modificar el reglamento y permitir que se puedan cambiar los neumáticos
A diez vueltas para el final del Gran Premio de Europa, la prueba parecía decidida. La situación de la carrera auguraba el tercer triunfo consecutivo de Kimi Raikkonen después de sus victorias en Montmeló y Montecarlo. Fernando Alonso era segundo, a siete segundos del finlandés, y tercero era el alemán Nick Heidfeld, a 22 segundos del liderato y aparentemente sin opciones al éxito, por una cuestión de estrategia, que le obligó a parar tres veces en los boxes para cargar el depósito de su Williams.
El panorama era curiosamente el contrario al de la última carrera, y si en Mónaco fue Alonso quien, tras una mala elección de los compuestos traseros, se las vio y se las deseó para poder terminar la carrera -cuarto-, en Nürburgring era Raikkonen el gran damnificado por la nueva reglamentación que impide a los equipos cambiar los neumáticos.
La goma anterior derecha del MP 4/20 comenzó a notar en exceso las exigencias del pilotaje de Raikkonen, una agresividad que le llevó a hacer un par de excursiones fuera de la pista tras clavar tarde los frenos. La superficie del neumático, completamente esférica en el apagón de los semáforos, comenzó a cuadrarse tras la degradación a la que le sometió Raikkonen en diversas ocasiones, con sus apuradas de frenada. El coche del finlandés iba cediendo décimas en cada giro por la vibración que le producía la goma. En los talleres de Renault, su principal rival, se percataron de los problemas de Raikkonen y lo notificaron rápidamente a Alonso. "Me contaron que, por las imágenes de televisión, su coche sonaba muy raro cuando pasaba por línea de meta", relató el español, siempre convencido de que "el que la sigue la consigue". Así que el asturiano empezó a presionar sin conceder un sólo respiro al finlandés
Llegados a la última vuelta, la diferencia, que a falta de diez giros era de siete segundos, se había reducido a dos. Y entonces, en una de las largas rectas del trazado alemán, se produjo el gran golpe de teatro temido por McLaren y esperado por Renault. El triángulo de la suspensión de la rueda delantera derecha del coche de Raikkonen se quebró y el McLaren-Mercedes, ya de por si ingobernable por las vibraciones, dio un trompo y un giro de 180 grados.
Lanzado el bólido a más de 200 kilómetros por hora, Raikkonen no pudo hacer nada más que observar como, impotente, el neumático, aún hinchado, golpeaba el morro del monoplaza, sólo sujetado por los cables de seguridad que impiden que las ruedas se desprendan del chasis. Perdida la carrera, el piloto finlandés tuvo suerte de que el accidente se produjera en Nürburgring y no en otro circuito, como por ejemplo, Mónaco, escenario en el que la cercanía de los muros de protección hubiera provocado un impacto seguramente mucho peor.
El McLaren chocó contra los neumáticos de protección y el piloto salió ileso, mientras los responsables del equipo intentaban buscar una explicación al suceso. Martin Whitmarsh, el director de la escudería, afirmó, en este sentido, que era favorable a cambiar el reglamento del campeonato, que actualmente impide sustituir los neumáticos, salvo que estén seriamente dañados y puedan afectar a la seguridad. "La actual normativa es peligrosa", aseguró Withmarsh. "Tras ver que el neumático del coche de Kimi estaba en mal estado", argumentó, "discutimos en el equipo si debíamos hacerle entrar en los talleres para cambiarlo, cosa que nos habría costado la primera plaza. Decidimos, de acuerdo con el piloto, que había que seguir, pero la situación se agravó y las vibraciones hicieron que todo el conjunto de la suspensión se rompiera, con el consiguiente accidente". Y, tras pedir que para evitar situaciones de peligro sería necesario permitir que cada equipo sustituyera las ruedas cuando lo considere oportuno, remachó: "Estamos aquí para ganar y no para luchar por la tercera plaza".
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