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FÓRMULA 1 | Gran Premio de Europa
Columna
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Kimi, una conducción excesivamente agresiva

Fue mala suerte, es cierto. Pero Kimi Raikkonen exigió demasiado de sus neumáticos y acabó pagándolo. Durante muchas vueltas se vio al piloto finlandés de McLaren bloqueando la rueda interna delantera en curvas de derecha como la Castrol y la Dunlop. Y eso suele convertirse en un grave problema, porque crea espacios planos en el neumático que producen muchas vibraciones al rodar a tanta velocidad. El neumático se desequilibra. Y la consecuencia más lógica es que la suspensión lo acabe acusando. Eso fue lo que le ocurrió ayer a Raikkonen: las vibraciones rompieron la suspensión de su coche y la rueda salió disparada, frenada sólo por los cables que la sostenían.

La suspensión de un F-1 está preparada para soportar esfuerzos laterales y de frenada, pero no para aguantar una constante vibración. La rotura mecánica se produjo justo al final de recta, cuando Kimi iniciaba la frenada, o sea en el momento de máxima exigencia de la suspensión. Fue una lástima que todo eso le ocurriera justo en la vuelta final, cuando ya estaba acariciando su tercera victoria de la temporada. Sin embargo, fue la consecuencia de la conducción excesivamente agresiva con que pilotó toda la carrera. Sin embargo, el potencial de McLaren Mercedes sigue intacto. Seguro que el equipo sufrió ayer una gran decepción porque corrían en casa, en Nürburgring, y lo habían preparado todo para una gran victoria. La tuvieron en la mano hasta el final, demostrando que su coche funciona a la perfección y que los neumáticos también lo acompañan.

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Pero esta vez la victoria fue al final para Fernando Alonso, un piloto al que no puede hacerse ningún tipo de concesiones. El asturiano siempre está ahí, amenazante, dispuesto para aprovechar sus oportunidades. Como ayer. Realizó una buena carrera y fue quien mejor controló los problemas de neumáticos que tuvieron todos los equipos. En este sentido, en Nürburgring fue la primera carrera en la que se evidenciaron de forma palpable todas las dificultades que se crean por el hecho de no poder cambiar neumáticos en toda la prueba. Ayer hubo muchas salidas en la parte final de la carrera, y algunas de ellas afectaron directamente tanto a Raikkonen como al mismo Alonso. Pero el español fue quien mejor negoció con la estabilidad de su coche. Y se llevó el premio de la victoria.

Un triunfo que le acerca todavía más al título mundial y que le sitúa a 32 puntos de sus inmediatos perseguidores, Raikkonen y Jarno Trulli. Sin embargo, quedan aún muchas carreras y nada está decidido. La excelente carrera de ayer de Nick Heidfeld, tras los dos podios de Montecarlo, desvela que BMW Williams vuelve a estar ahí, que han resuelto sus problemas, pero que siguen todavía un peldaño por debajo de McLaren y de Renault. Sólo falta la recuperación definitiva de Ferrari para cuadrar de nuevo el círculo.

Y ayer, entre los aspectos más positivos que produjo la carrera estuvo la mejora que han experimentado los neumáticos Bridgestone y que van a resolver el más grave problema de Ferrari. Rubens Barrichello fue muy competitivo, y tanto él como Michael Schumacher llegaron a la meta con los neumáticos más enteros que muchos de los Michelín. Los japoneses han resuelto definitivamente el problema de la durabilidad, pero les queda el de conseguir buenas prestaciones en la vuelta clasificatoria. Y eso es muy importante, porque es determinante en la mayoría de carreras.

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