"En la televisión pública, la manipulación siempre se presupone"
Hace seis años que forma parte del equipo de Iñaki Gabilondo en Hoy por hoy y ya son cuatro los que lleva trabajando como directora y presentadora del combativo programa Punto de fuga, también en la cadena SER. Sin embargo, Mamen Mendizábal (Madrid, 1976) se ha convertido en popular a raíz de su papel como moderadora en el programa televisivo 59 segundos (lunes, 23.30, TVE-1).
Pregunta. De la radio a la televisión. ¿Hay tanta diferencia?
Respuesta. Son medios que manejan lenguajes diferentes, pero los contenidos son similares. En la radio trabajas de modo permanente con la actualidad y de eso se trata en un programa como 59 segundos. Buscaban quién pudiera aportar la agilidad y el dinamismo de la radio.
P. ¿Qué ha significado para usted ese paso a la televisión?
R. Además de mucha responsabilidad, una gran oportunidad. A cambio, retrocedes en intimidad, pasas a estar en boca de todos; incluso parece que cualquiera pueda decir de ti lo que se le antoje. Además, los seis años que llevo trabajando en la SER no han existido. Sólo cuentas profesionalmente desde que sales en la tele, lo cual es muy injusto.
P. ¿De dónde nace la idea de esos 59 segundos que dan título al programa?
R. Globomedia, la productora del programa, quería un debate, pero un debate ágil, en el que no existiera el riesgo de que alguien acaparase la palabra. Se estudió el funcionamiento de las tertulias radiofónicas y se vio que, habitualmente, los turnos de palabra estaban en torno a los 30 segundos, así que aquí se dispone del doble.
P. ¿Es importante que el debate se celebre en la televisión pública?
R. 59 segundos sólo puede hacerse en una televisión pública, jamás podría ser tan plural en una privada. No es un programa cómodo para los políticos por su pluralidad, que creo que es lo que supone que haya calado tan hondo. El hecho de que sea tan criticado como alabado no es más que una muestra de que, por un lado, no pasa inadvertido y, por otro, que la pluralidad se respeta a conciencia.
P. ¿Resulta difícil para un moderador dejar a un lado su propia ideología?
R. Mi trabajo es moderar, no ser protagonista, yo no debo implicarme en el debate. En la radio, en mi programa Punto de fuga, soy también directora, pero aquí mi opinión no cuenta, sólo cumplir mi trabajo, que consiste en lograr que todos puedan hablar por igual.
P. ¿No desalienta un poco que, pese a la pluralidad que el programa esgrime, aún se le critique?
R. Las críticas vienen porque, increíblemente, en la televisión pública la manipulación siempre se presupone. Este programa va contra ese argumento, los políticos se expresan libremente, son interrogados; el equipo de dirección trabaja con un minucioso respeto para que todos los partidos estén representados, incluidos los minoritarios. Incluso se mide, escrupulosamente, el orden de las intervenciones; por otro lado, los periodistas no pueden ser más dispares y son elegidos siempre atendiendo a esa intención plural, aunque también se barajen criterios televisivos: está claro que hay invitados que enganchan más a la audiencia, al tiempo que otros dan más juego, que funcionan más en sus enfrentamientos entre sí.
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