El Museo de Antropología exhibe los tesoros americanos de sus colecciones
El Museo Nacional de Antropología, en plena glorieta de Atocha, indaga en sus orígenes y expone lo mejor de sus colecciones americanas. La muestra tiene por objeto exhibir temporalmente algunas de las mejores piezas allí depositadas mientras duran las obras de su sala de exposiciones permanentes.
Dos salas alojan hasta nueve vitrinas, que contienen hasta 140 de los principales tesoros de este museo, al que, mediado el siglo XIX, el tesón del doctor Velasco colocó entre los más interesantes de Madrid, vinculado en un principio a la Anatomía, cuando una nebulosa atmósfera de indistinción vinculaba todas las disciplinas empíricas en un mismo frente.
Gracias al comisario Javier Rodrigo, historiador del Arte, arqueólogo y conservador del museo, los visitantes podrán contemplar, entre otras joyas, las traídas a España durante la Expedición Científica al Océano Pacífico.
Un grupo de investigadores -incluidos en una expedición militar a las entonces colonias de ultramar- encabezados por Patricio María de Paz y Membriela, desembarcaron en la localidad litoral ecuatoriana de Guayaquil y se adentraron en la cuenca amazónica hasta su desembocadura en Brasil, entre octubre de 1864 y diciembre de 1865.
Fruto de la osadía de aquellos expedicionarios fue uno de los legados antropológicos más importantes de España, con la colecta de utensilios, vestimenta, máscaras, ornamentos y objetos rituales de numerosas tribus del Amazonas y de su intrincada trama de afluentes. Sobre todo, los ticuna, napos, canelos, záparos y jívaros, éstos los más celebres por su reducción de las cabezas y otros órganos humanos gracias a la administración de humores extraídos de plantas herbáceas.
Los jívaros, explica Rodrigo, no vivían propiamente sobre el río, sino más bien en una franja situada en las faldas andinas, a unos 1.000 metros de altitud, en lo que se conoce como selva alta.
Dos magníficas diademas de plumas de tucán, azul oscuro y verde intenso una, la otra de un color anaranjado encendido con vetas celestes, subrayan la singularidad cromática de la muestra, en la que también se exhibe un collar hecho con pajarillos enteros, prendidos de una serie de cuentas de hueso, así como largos pendientes de mujer de hasta 30 centímetros de longitud confeccionados a base de hélitros relucientes de enormes escarabajos, que conservan su polícromo plumaje.
Otra de las vitrinas del museo contiene el legado obtenido en el subcontinente americano durante la expedición del capitán Francisco Iglesias Brahe (1900-1973), un as de la aviación militar que protagonizó, entre otras gestas, la primera singladura aérea del Atlántico Sur, en 1934. Iglesias acopió valiosísimos objetos que han permitido reconstruir segmentos de microculturas hoy desaparecidas. Sobresalen las manifestaciones de arte plumario: coronas de plumas de tucán, carcajes para las flechas envenenadas, sonajeros, tobilleras para la danza, brazaletes y gargantillas de refinada hechura.
Orígenes de la Colección Americana.Hasta el 25 de septiembre. Museo Nacional de Antropología. Alfonso XII, 68. Martes a sábados, de 10 a 19.30. Domingo, hasta las 14.00. Entrada, 2,40 euros.
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