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Crónica:BALONCESTO | LIGA ACB
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid sentencia en seis minutos

El Joventut fue un frágil rival que se desmoronó tras saltar Herreros a la cancha

Salió Herreros después de una semanas de baja, metió un triple y el Madrid entró en trance. Fue como aquello de "¡A mí Sabino, que los arrollo!". De repente los blancos se convirtieron en una máquina ofensiva, tipo los Phoenix Suns, y en seis minutos pasaron de un partido incómodo (59-55, minuto 7 del tercer cuarto) a meter una estocada que se antoja definitiva, sobre todo viendo la endeblez a domicilio que ha mostrado el Joventut en sus dos visitas a Madrid.

Fueron seis minutos tan locos como muchos anteriores. La diferencia estribó en que cada ataque blanco eran dos o tres puntos, y cada respuesta verdinegra hacía agua. Todo lo que hasta ese momento había sido espesura se tornó fluidez y hasta belleza en un par de acciones sobresalientes de Bullock, el mejor del partido y que por primera vez en la serie dijo aquí estoy yo. Resultado y reaparición de Herreros aparte, la mejor noticia que podía recibir el Madrid. Seis minutos después, el partido estaba resuelto y de forma incuestionable (83-63). Fueron una decena de acciones implacables ante las cuales el Joventut se mostró impotente, sin nadie que acudiese a su rescate, lo que confirma que aún le falta un hervor en solidez anímica se refiere. Cuando las cosas se ponen feas, y los playoffs es tiempo propicio para que estas cosas ocurran, se desencaja en demasía.

REAL MADRID 90 - DKV JOVENTUT 70

Real Madrid: Bullock (19), J. Hamilton (14), Gélabale (7), Hervelle (11), Reyes (14) -cinco inicial- Bueno (10), Sonko (3), Larrañaga (0), Fotsis (6) y Herreros (6).

DKV Joventut: Marco (3), Vázquez (2), Mumbrú (11), Arnold (19), V. Hamilton (5) -cinco inicial- Fernández (5), Rooks (5), Gurovic (3), Young (11), Huertas (4) y Flis (2).

Árbitro: Arteaga, Pérez Pérez y Perea. Excluyeron por personales a Sonko (m.37).

12.200 espectadores en el Palacio de Vistalegre de Madrid.

4º CUARTO 20-9

3º CUARTO 26-20

2º CUARTO 22-15

1º CUARTO 22-26

Hasta que el Madrid metió la directa el partido fue de difícil digestión. A la falta de acierto general se unió que los árbitros decidieron que era el día para poner el listón de la falta personal un par de cuerpos por debajo de lo habitual. Se jugaba poco y se paraba mucho. Toneladas de sudor y un derroche de energía admirable dieron como resultado una pelea sólo interrumpida por los constantes silbidos de los colegiados. Pero los golpes eran en la mayoría intrascendentes, de esos que van sumando poco a poco pero que nunca tienen suficiente consistencia como para hacer tambalear al contrario.

El juego estuvo embarullado, espeso, con un ir y venir veloz de lado a lado pero sin el deseado acompañamiento del criterio. Nadie mejor que Felipe Reyes para explicar esta situación. El pívot internacional lo intentó de todas las maneras posibles, se fajó en cada rebote, buscó los puntos en cada ataque, pero está fuera de punto. Sus ganas le traicionan, y ha entrado en una espiral de causa-efecto que le ha convertido en un jugador mucho más intrascendente de lo que apuntaba. Finalmente se fue a unos números decentes en términos absolutos, pero que no disipan las muchas dudas que siembra en la actualidad.

Hizo mal el Joventut en no aprovecharse a tiempo, y que las mejores sensaciones que transmitió durante el primer cuarto se plasmasen en algo efectivo. Buena parte de culpa la tuvo su incapacidad durante todo el partido para guardar su aro de las acometidas en los rebotes de los Bueno, Hervelle, Reyes o Gelabale, que se hincharon a conseguir segundas y terceras oportunidades. Demasiada concesión cuando se juega fuera de casa un partido crucial para el desarrollo de la eliminatoria y ante un equipo que con todos sus defectos a cuestas, está dispuesto convertir su cancha en terreno prohibido. A trompicones o con seis minutos de auténtico lujo y fantasía.

Felipe Reyes lanza el balón frente a la presión de Gurovic.
Felipe Reyes lanza el balón frente a la presión de Gurovic.EFE

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