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Columna
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La culpa no fue del chachachá (fue del PP)

Leo que los de la productora Gestmusic convocaron una rueda de prensa en el Palau Sant Jordi para presentar la nueva edición del programa Operación Triunfo. Ya saben, ese espacio de telerrealidad que triunfó en Televisión Española, en el cual distintos aspirantes a artistas demostraban sus habilidades canoras. El concurso encumbró a cantantes melódicos como el sin par David Bisbal y el no menos sin par David Bustamante. En cambio, y para que nos entendamos, músicos grandiosos como Leonard Cohen, Thom Yorke y Àlex Torío no creo que hubiesen pasado el casting. El caso es que la primera edición del concurso fue un éxito impresionante. EL PAÍS incluso publicó en portada el nombre de la ganadora, la tal Rosa de España. La segunda edición no fue ni mucho menos lo mismo. La tercera ya funcionó bastante mal. Y ahí voy. Porque, durante esta rueda de prensa, Josep Maria Mainat, codirector de Gestmusic, acusó al PP de "fomentar el declive de OT-3". Según Mainat el malestar del ente público empezó en 2003 cuando algunos concursantes "lanzaron en directo mensajes como Nunca máis y No a la guerra".

Hombre. A mí nada me gusta más que criticar al PP y, las cosas como sean, es un partido al que se le puede echar la culpa de muchas cosas. Cada día nos ofrece interesantes motivos para la crítica. Tenemos las revolucionarias opiniones de Fraga sobre los condones, tenemos las simpáticas ideas de Ana Botella sobre la adopción por parte de homosexuales... Pero poder echarle también la culpa de la poca audiencia del concurso OT-3 hasta a mí me parece un exceso de patilla.

El caso es que si Mainat lo dice, es por algo. Él es un hombre de experiencia y no habla por hablar. Por eso, espero que en las próximas ruedas de prensa, cuando nos revele el nombre del director de la academia, nos revele también cómo se hace para "fomentar el declive". Fomentar el declive me parece un trabajo muy sutil. Es mil veces más complicado fomentar el declive de alguien que destituirle o vetar su programa. Y, por Dios, no vayan a creer que acuso a los del PP de poco sutiles. Para mí, todo el PP, desde Acebes a Zaplana, es la perspicacia hecha partido. Y por eso, desde que leí la noticia, no paro de pensar en las técnicas sutiles que se usaron para fomentar el declive de OT-3. Las que se me ocurren no son gran cosa, pero supongo que, en su momento, pudieron funcionar. Por ejemplo: a la hora de la cena, poner fabada en el plato del gran presentador Lozano para hacerle fracasar durante la gala. O mostrar imágenes de sexo explícito a los concursantes para provocar sus ansias onanistas y, de este modo, hacer que sus voces bajen octavas. U obligarles a cantar una y otra vez la canción Señor Muñoz, de Dyango.

Lo que me duele de todo esto es que los del PP fallaron en una cosa. Del mismo modo que fomentaron el declive de OT-3 por lo del chapapote, hubiesen tenido que fomentar el ascenso de la concursante Natalia, de OT-1. Tal vez lo recordarán, porque hay cosas que no se olvidan: Natalia, en un arranque de histeria eurovisiva, gritó un sincero "¡arriba España!". Este ardor patrio y preconstitucional de la joven hubiese tenido que bastar para convertirla en musa pepera, en sustituta de Norma Duval y futura anunciante de Halcón Viajes. No sé qué opinará Mainat sobre esta injusticia, pero yo creo notar en ella una maniobra del taimado PSOE.

moliner.empar@gmail.com

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