Alerta roja en la fórmula 1
La crisis de Schumacher y Ferrari reduce las audiencias televisivas en Alemania e Italia
Cuando Ferrari lo ganaba todo, Bernie Ecclestone arrugaba el entrecejo, pero ahora que la escudería del cavallino no gana nada todavía se acentúa más la cara de susto del patrón de la Fórmula 1. El negocio del Gran Circo gira sobre Ferrari y su crisis no le beneficia, sino todo lo contrario. Es la escudería con mayor tirón. "Cuando Ferrari gana siempre, es un problema; cuando Ferrari no gana, es un problema", admite Ecclestone; "lo importante es que sea competitiva. La F-1 necesita a Ferrari". Tras arrasar en 2004 con 15 triunfos en 18 carreras, los bólidos rojos han caído en 2005 en picado. Así, comparecen en Nürburgring, la séptima cita del Campeonato del Mundo, sin haberse estrenado como vencedores. Desde que el alemán Michael Schumacher llegó a Ferrari en 1996 jamás se había prolongado tanto la sequía.
Es paradójico, pero hace tres cursos la Federación Internacional del Automóvil (FIA) presentó un paquete de medidas radicales para reactivar el interés por la F-1. El plan anti-Ferrari, como fue bautizado, no dio los resultados apetecidos. Estaba basado esencialmente en la atribución de puntos en cada gran premio -de los diez al primero y seis al segundo se pasó a los diez y los ocho- y en la supresión de algunos avances concernientes a la telemetría, que permitían prevenir o reparar a distancia disfunciones de los coches y en los que Ferrari llevaba ventaja. Bien es cierto que aquel plan anti-Schumacher fue maldecido por el director de Ferrari, Jean Todt, al que no le hizo ninguna gracia que, llegada la última carrera del campeonato de 2003, Schumacher, que había ganado seis pruebas, tuviera aún que seguir luchando por el título con el finlandés Kimi Raikkonen, que sólo había ganado una.
Un año después, Schumacher y Ferrari arrasaron. Ahora, su crisis nada tiene que ver con un trato discriminatorio. La causa es más profunda. Es más, Todt considera que el sistema de clasificación para la parrilla de salida que entra en vigor este fin de semana en Nürburgring, con una sola vuelta los sábados, incluso puede beneficiar a Ferrari. Todt ve más factible corregir así los desarreglos que han provocado que los neumáticos Bridgestone no hayan resultado competitivo. "Hemos pasado por épocas peores y nos hemos recuperado", afirma Todt. "No pienso que Schumacher pueda ser considerado viejo. Si no lograra el título este año, el próximo aún estaría más motivado", vaticina Ecclestone.
La caída de los grandes premios en las audiencias televisivas, especialmente en Alemania y en Italia, es significativa. En el país de Schumacher la del Gran Premio de Mónaco pasó de 10,8 millones en 2004 a 7,9 en 2005. En el de Ferrari, fue visto por 7,6 frente a los 12,4 de entonces. Claro que las bajadas ya se habían dejado notar también cuando Schumacher arrasaba y entonces se atribuían a la falta de emoción.
En cambio, el efecto Fernando Alonso ha disparado en España las audiencias, que sobrepasan los 5,5 millones de espectadores en Tele 5, a los que hay que añadir medio millón que siguen las pruebas por TV-3. España es el país en el que se registra un mayor crecimiento: un 220% respecto a 2004.
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