El invernadero
En la huerta de Europa, el Partido Popular se ha quedado sin su vivero de votos. Javier Arenas podrá decir que la marcha de Juan Enciso le importa un pimiento. Pero debería tener cuidado, ya que de ése y de otros productos similares viven un buen número de familias que hasta ahora habían votado a su partido en las distintas elecciones. En la década de los cincuenta, los agricultores de estas tierras aprendieron el modo de arrancarle a la reseca estepa del Poniente almeriense varias cosechas al año. Los agricultores dejaron de ser jornaleros y se convirtieron en empresarios. Y en ese tránsito se valieron de estacas y de un laberinto de plásticos para levantar los invernaderos. Estos paraguas bajo el cielo permitieron acelerar los procesos naturales de crecimiento de los productos y ponerlos en el mercado antes que nadie. Cuando en Almería era invierno, ya estaba la cosecha de primavera. Al igual que con la ropa en El Corte Inglés.
La crisis del PP en Andalucía, a lo peor también se ha adelantado en Almería por el efecto invernadero. Y no es más que la maduración política temprana de lo que le puede ocurrir a Arenas en otras provincias andaluzas. Sólo hay que tener un poco de memoria histórica para recordar que la UCD también vivió en esta provincia su crisis por anticipado. En el año 1980 pidió a los andaluces que votaran contra el Estatuto de Autonomía y Almería fue la única provincia donde ganó el no. La UCD desde ese día nunca levantó cabeza en esta comunidad. Al PP en Almería se le están yendo los dirigentes que están en el poder. Se fue Juan Megino, ex alcalde de la capital; José Añez, presidente de la Diputación, y ahora se va Juan Enciso, el alcalde de El Ejido. Y habría que preguntarles a estos militantes si se van para seguir siendo alcaldes, convencidos de que fuera del PP tienen actualmente más posibilidades de repetir que estando dentro.
En el PP empieza a haber cargos públicos que temen que un hipotético guantazo de los ciudadanos a esta formación política por la actitud de sus principales dirigentes se lo pueden terminar llevando ellos en las municipales. Y eso provoca preocupación por el efecto invernadero. Ése que regula e impide que los días en el poder sean demasiado calurosos y las noches en la oposición demasiado frías.
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