Pedro Santorromán, senador socialista y alcalde de Abizanda
Pedro Santorromán Lacambra (Abizanda, Huesca, 1956-Zaragoza, 2005) murió el 21 de mayo de forma inesperada, a causa de un infarto, cuando estaba a punto de iniciar una nueva etapa en su vida. Santorromán era ingeniero agrónomo, senador del PSOE por la provincia de Huesca desde las últimas elecciones; presidente de ADELPA (Asociación de Defensa de los Entes Locales del Pirineo Aragonés) y secretario general de la Federación de Asociaciones y Municipios con Centrales Hidroeléctricas y Embalses, desde 1995. Ésos eran sus cargos, los que aparecen en su currículo, pero Pedro era mucho más.
Nacido en el Sobrarbe, una de las comarcas más despobladas y envejecidas de Aragón, la llegada a la alcaldía de su pueblo, Abizanda, en 1991, fue un revulsivo para la localidad, los tres pueblos de Lamata, Ligüerre y Escanilla y para toda la zona. Pedro luchó por la rehabilitación preferente de Abizanda, por recuperar su magnífica torre lombarda del siglo XI; por crear junto a Ángel Gari el Museo de Creencias y Religiosidad Popular, que se proyecta más allá de la frontera hacia Francia; por abrir el pueblo a la gente; por levantar los Titiriteros de Binéfar, uno de los grupos de títeres más prestigiosos y reconocidos en España y el mundo que inauguran allí pronto un centro y un museo.
Luchó por aupar el Sobrarbe. Pedro, que como recordó su hermana mayor, nació el día de los Reyes Magos, fue un regalo para todos los que le conocieron. Hombre de fuste, repartía concordia y siempre abría la mano. Fue un luchador contra los embalses que arrumbaron pueblos y expulsaron a las gentes de su tierra: el Sobrarbe que quedó vacío. Pero convencido de que el diálogo era la única forma de entendimiento se empeñó y creyó en que el llano y la montaña podían hablar.
Hombre de izquierdas, batalló antes porque los pueblos anegados y porque los embalses cobrasen compensaciones de las hidroeléctricas que años atrás se beneficiaron de su ruina. Él vivió rodeado de esos pantanos, Mediano, El Grado, Jánovas. El paisaje de la desolación le llevó a batallar por los derechos de los expulsados. Llegó de la mano con otros a ADELPA e intentó convencer de que era posible hablar y defender a los pueblos del Pirineo, conciliar los intereses de los contrarios, a los embalses con los de los regantes. Pedro era un testimonio vivo de que quienes creen en una idea son respetados.
Por eso nadie se extrañó de que en su funeral, celebrado en la plaza de su pueblo, se apiñasen juntos el presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Pedro Arrojo, con el de los regantes de Bardenas, Luis Cuidad. Ni que sus amigos llorasen su muerte y se mezclasen las gentes del PP y los alcaldes socialistas como Ramón Laplana de La Fueva o Ramón Miranda de Graus. El senador del PAR José María Mur, el presidente de Chunta, Bizén Fuster, el del PP, Gustavo Alcalde; la gente de la zona los Campo, los Cortina, los Blasco, los Pallaruelo, Lacambra, el presidente del Senado, el de Aragón. Todos estuvieron junto a su mujer, Sacramento, su hija Marta y sus hermanos.
Tampoco extrañó que el rector de Torre Ciudad, el santuario del Opus Dei que está pegado a su pueblo, Javier Mora Figueroa, tan lejano a Pedro en ideas y tan cerca en otros terrenos dijese que Santorromán era un sembrador de paz. Será difícil llenar su hueco porque ahora, además del llanto de vecinos y compañeros de años, el PSOE en Aragón ha perdido uno de sus valores en alza.-
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