Osasuna falla su carambola europea ante un Espanyol fiado a Kameni

Osasuna quería jugar a tres bandas y regalarle una victoria al Betis, con la idea de allanar el camino hacia la Liga de Campeones de los andaluces y, de paso, asegurarse una plaza europea para el próximo curso tras la final de la Copa del Rey. Pero entre ecuaciones coperas y paradones de Kameni, los navarros sólo pudieron arrancar un empate muy trabajado en relación con el nulo interés que, actualmente, tienen los puntos para Osasuna.

En una tarde de reencuentros, Miguel Ángel Lotina se topó contra un ex equipo demasiado aguerrido, ordenado y difícil de avasallar, especialmente por su capacidad absorbente en el centro del campo, que terminó por eliminar a De la Peña y Maxi. Pero antes, casi sin tiempo para corretear por el césped, el Espanyol botó un córner que tras un tímido remate, Chengue Morales trató de despejar con la misma fuerza que mala fortuna: el balón se encontró con la rodilla del argentino Maxi Rodríguez, que pasaba por allí, y se coló en espectacular parábola burlando la estirada de Elía. El regalo que Osasuna planeaba para el Betis se lo entregó con demasiada premura a los catalanes.

Con la anhelada ventaja en el marcador, los de Lotina, que se han mostrado a lo largo de la Liga como buenos defensores, se encontraron sin ambición y sin gasolina en las piernas. La incomparecencia de Maxi y De la Peña obligó a Tamudo a salirse del partido. Amavisca apoyó la moción y, de repente, los catalanes se quedaron sin ataque. Los locales se crecieron ante un rival capitidisminuido y abordaron a los espanyolistas por las bandas. Lopo, en un intento de despeje al borde de su área pequeña, batió a su compañero Kameni.

Los rojillos buscaban ofrecer su dádiva a los andaluces y no cejaron en su empeño de acorralar al guardameta camerunés, que se exhibió ante su compatriota Webo y ante los tiros directos de Pablo García. Lotina impulsó su banda izquierda con la entrada de Toni Velamazán. En la primera oportunidad que tocó el balón, batió a Elía. Pese a la legalidad de la jugada, el árbitro anuló el tanto por un inexistente fuera de juego. Ahí se le terminaron por fudir los plomos de los blanquiazules, que no se recompusieron en la última media hora restante.