Dos colosos con trayectorias opuestas
La Torre de Madrid rebosa actividad y el Edificio España sólo mantiene un 15,6% de ocupación, pero ambos, inmuebles emblemáticos de la ciudad, están en venta
Se vende. Edificio céntrico. Amplio. Luminoso. Magníficas vistas y mejor emplazamiento. Bien comunicado. Superficie: 76.300 metros cuadrados. Precio: 400 millones de euros negociables. Interesados, llamar.
Éste podría ser el cartel que colgase de la fachada del Edificio España. Otro muy similar se podría ver en el lateral de su hermana menor (en años y superficie), la Torre de Madrid, distante apenas 100 metros. Ambos -dos de los nueve edificios que hay en Madrid que superan los 100 metros de altura- salieron a la venta el pasado 28 de abril. La compañía propietaria, Metrovacesa, pretende ingresar 650 millones de euros por los dos.
Los dos rascacielos fueron los más altos de la capital durante 30 años. La Torre de Madrid todavía aguanta en el segundo lugar de esta clasificación, sólo superada por la Torre Picasso, mientras el Edificio España ha caído hasta la cuarta posición. Las diversas personalidades que los ocuparon y su privilegiado emplazamiento -levantados en el balcón que es la plaza de España, ofrecen posiblemente las mejores vistas de Madrid- hicieron de ellos lugares de referencia en la capital durante décadas. El paso del tiempo y la aparición de la zona de Azca (en Nuevos Ministerios) restaron importancia a los edificios, que comenzaron un lento pero constante declive. Hoy, los interesados en adquirir los dos bloques se encontrarán con dos imágenes muy diferentes.
En el número 19 de la plaza hay 600 buzones y sólo reciben correspondencia 94
La piscina del ático, a más de 100 metros de altura, se hizo famosa por sus fiestas
Un piso de 120 metros cuadrados en la planta 26ª de la torre tiene un alquiler de 1.200 euros
La Torre de Madrid, después de tocar fondo en 1994, rebosa ahora actividad. Ese año quedaban sólo cinco inquilinos y algunas empresas perdidas entre sus 34 plantas. Metrovacesa acometió una reforma que envolvió los 140 metros de altura de la torre de andamios. Tras las obras, la actividad volvió al inmueble. Ahora el edificio está repleto. Unas 3.500 personas cruzan sus puertas a diario camino de alguna de las 150 empresas o de los 125 apartamentos que hay en la torre, el bloque más alto de viviendas en Madrid.
El Edificio España ha recorrido un camino diferente. Hasta hace cuatro años este coloso de 28 plantas estaba lleno. 600 locales ocupados, todos en alquiler. Empresas, particulares y tiendas abarrotaban el edificio, sin contar con el hotel Crown Plaza, que ha bajado su categoría de las originales cinco estrellas a cuatro.
Todo y todos en el edificio recuerdan lo que fue y ya no es. Y lamentan su decadencia. Actualmente, de los 600 buzones que hay, sólo 94 reciben correspondencia. 45 empresas y 49 viviendas. El resto, vacío. Hay plantas enteras sin ocupar. Desde 2002, Metrovacesa no renueva contratos.
Adolfo lleva 31 años observando a diario quién entra y sale del enorme bloque. Y cada vez son menos. Él regenta un quiosco situado a escasos cinco metros del portal del Edificio España, el número 19 de la plaza, antes el 86 de la Gran Vía. A la evolución de esta calle está asociado el inmueble, según Adolfo. "Está bajo mínimos. Es un reflejo de lo que le ha pasado a la Gran Vía. La gente que lo ocupaba ha fallecido o se ha ido. Y los que vienen ahora... dicho con todo el respeto, no son igual". Adolfo recuerda cuando el edificio era un foco que atraía a gente de la farándula. Actores, directores, toreros, ocupaban sus apartamentos de alquiler.
Eso fue desde su construcción, entre 1948 y 1953, por los hermanos Otamendi (Joaquín, arquitecto, y Julián, ingeniero, diseñaron entre los dos media Gran Vía) hasta los primeros años de este siglo. Entonces, más de 3.500 personas cruzaban a diario el laberíntico vestíbulo del Edificio España. Hoy, desde su puesto de vigilancia, Adolfo rebaja la cifra a "menos de 100".
Ahora la clave está en los ascensores. Todos están de acuerdo. Conserjes, inquilinos, visitantes ocasionales y los trabajadores de los locales de la planta baja. Cuando uno habla con cualquiera de ellos, es cuestión de tiempo que acaben pronunciando la frase mágica: "No hay más que fijarse en los ascensores para entender cómo está el edificio. Hace cuatro años tenías que esperar cerca de diez minutos para coger alguno por la cantidad de gente que había; ahora sólo tienes que elegir en cuál te quieres meter y subir". Otro dato significativo. Lo cuenta José Luis López, el cartero del edificio en los últimos ocho años: "Al principio traía 12 sacas de correo diarias. Ahora vengo sólo con una".
A diferencia de la Torre de Madrid, que se quedó vacía y después se remodeló, Metrovacesa ha decidido provocar la caída del Edificio España antes de que llegue su ocaso. Por eso lo están dejando morir. La compañía confirma que lo están vaciando y también arguye que el Ayuntamiento les obliga a hacer modificaciones para adaptarse a la normativa antiincendios y que, debido al mal estado de conservación del inmueble, es conveniente desalojarlo por completo. En lo demás guarda silencio.
Entre los pocos vecinos que quedan hay dos posturas. Los que tienen contrato de alquiler con fecha de finalización están nerviosos, porque tienen los días contados. Por otra parte, están aquellos en cuyo contrato no aparece fecha alguna, los indefinidos.
Sam Benady es uno de los primeros. Lleva casi veinte años trabajando en el edificio. Tiene contrato hasta el año 2013 y toda la intención de cumplirlo. La sociedad que ahora dirige -posee una galería de arte y edita una revista- lleva 48 años en el inmueble. Afirma que Metrovacesa, pensando que se tenía que haber marchado, ya le llevó a juicio. Perdieron y allí sigue.
En las últimas semanas, todos los inquilinos del Edificio España han recibido una carta. En ella se les informa de que se está vaciando el inmueble y que un despacho de abogados se pondrá en contacto con ellos (o viceversa, si lo prefieren) para negociar. Las opciones son pocas, cuenta Leonardo, uno de los inquilinos. "Nos ofrecen que si nos vamos antes nos pagan una pequeña compensación económica". Pero anuncia: "Algunos vecinos que tienen contratos indefinidos me han dicho que no se irán si no les dan otra casa".
Uno de éstos sin fecha de salida es Juan Diego Peral Hidalgo. Lleva 27 años en el edificio. Él ve la situación de otra manera: "Me reuní con los abogados [de Metrovacesa] y vimos cuál era mi situación. Yo estoy abierto a negociar".
En los últimos años, Peral ha visto salir a sus vecinos, cerrar negocios por todo el edificio y al inmueble morir poco a poco. La piscina, situada en el ático del edificio, a más de 100 metros de altura, se hizo famosa en todo Madrid por las fiestas que allí se organizaban, los restaurantes... Todo cerrado excepto una cincuentena de empresas -se proyectaron 400 locales para negocios en su momento- que no consiguen animar lo suficiente el inmueble. La galería comercial de la planta baja presenta un aspecto fantasmagórico, la mayoría de los locales cerrados. El único sonido que se oye es el eco de los pasos propios. La escalera, con un pasamanos dorado, está vacía. También los ascensores.
La realidad, admiten los vecinos, es que el edificio sí que ha perdido prestaciones. Leonardo lleva 14 años viviendo en un apartamento de 40 metros cuadrados por el que paga 579 euros. "El inmueble ha perdido mucho como tal", afirma. Y añade: "Sobre todo en servicios. Antes tenías de casi todo a domicilio, y si necesitabas algo se lo podías pedir al conserje. Ahora eso ha cambiado". Leonardo está preocupado. Termina contrato en un año. "¿Dónde encuentro yo ahora un piso en las mismas condiciones?", se pregunta.
En el Edificio España, entre el portal que da acceso al inmueble y la entrada al hotel, está el restaurante Boccalino. La trayectoria de este bar ha estado ligada a la del coloso que lo alberga. Jesús y Marco Núñez -padre e hijo- llevan más de 20 años regentando el negocio. Ocupan unos 500 metros cuadrados, distribuidos en tres niveles, que les cuestan más de 12.000 euros al mes. Temen por su futuro. "No se han dirigido a nosotros, pero sabemos que nos va a tocar porque todos están saliendo", dice resignado Marco. Y añade: "Llevamos invertidos más de tres millones de euros en el edificio". Frente a los siete que hay ahora, el restaurante llegó a tener 25 camareros. Eran otros tiempos. "Ofrecíamos servicio a la puerta a todo el bloque", continúa el hijo del dueño. Como todo el que lleva un tiempo en el edificio, afirma sentir "pena" por la situación que está pasando. Con el paso del tiempo, el número de camareros fue bajando lentamente. De 25 a 17. De 17 a los siete actuales. ¿Qué deparará el futuro? Difícil saberlo. De momento, el contrato que tienen firmado vence en 2013. Y piensan dar guerra para rato.
En sus primeros años, el Edificio España causó sensación. En Madrid no se había visto nada parecido, a excepción quizá del cercano edificio de la Telefónica, inaugurado en 1929 en la Gran Vía y que algunos consideran el primer rascacielos de Europa. Con su estilo a la americana aunque respetando la tradición madrileña de conjugar ladrillo y piedra, el Edificio España fue presentado como un ejemplo de modernidad.
Tiene 28 plantas, 117 metros de altura, 32 ascensores y 10 escaleras para acceder a todos los rincones del bloque. Actores, productores y gente del mundo del espectáculo ocupaban sus viviendas, todas ellas de alquiler. Diversas compañías establecieron allí sus sedes, entre ellas las grandes aerolíneas del mundo. Fueron los años dorados de un edificio que también tiene una cara más oscura. Muchos vecinos cuentan que son varias las mujeres que se han suicidado tirándose de la terraza. A uno de los patios traseros incluso lo llegaron a conocer como el patio de la mujer muerta.La Torre de Madrid comparte esta leyenda negra. Al menos cuatro personas se han tirado desde sus terrazas desde que se construyó.
Metrovacesa planeó la Torre de Madrid "ante el éxito comercial del Edificio España" sólo un año después de inaugurar éste. En octubre de 1957 se cubrieron aguas del que fue, con 142 metros, el edificio más alto de la capital hasta que se construyó la Torre Picasso en 1988. La gente viajaba a la capital para contemplar las obras. Fue la imagen más vista de Madrid durante mucho tiempo.
Durante años, empresarios e inquilinos se mezclaron en la inmensidad de la torre con los inquilinos de un hotel de lujo. Igual que el otro coloso, enseguida atrajo a actrices, directores y escritores que llenaron sus apartamentos de alquiler. Se llegó a decir que más de 20.000 personas pasaban al día por sus puertas.
Pero la torre se fue haciendo mayor. Estaba deteriorada y las averías surgían por todas partes. Ninguna grave, pero suficientes para que, en poco tiempo, quedara prácticamente vacía. Sólo se veían los carteles que, colgados en las fachadas, recordaban la presencia de ciertas empresas en el inmueble. Y cinco vecinos, entre ellos el escritor Fernando Díaz Plaja y su mujer Aidée, que ocuparon el piso 34, desde el que disfrutaron de la mejor vista de Madrid durante años. Incluso él, tal vez como símbolo de los nuevos tiempos, se ha marchado ya.
Pilar, en cambio, ocupa un piso en la planta 26 y disfruta de los nuevos tiempos. Vive con su marido. Pagan "menos de 1.200 euros por unos 120 metros cuadrados". Tienen un contrato de un año prorrogable. "No hacen otro tipo", dice. Ellos son una pareja más entre un centenar de inquilinos. Sólo tienen buenas palabras para un edificio que ha vuelto a la vida.
Las viviendas, sin llegar a ser "de lujo" como se diseñaron, vuelven a alojar a trabajadores de la televisión y el cine como antaño. Boris Izaguirre, Elsa Pataky o el cantante Loquillo han vivido recientemente en la torre. El arquitecto encargado de la remodelación de 1995, Antonio Palomo, aventuró entonces un pronóstico del perfil del futuro inquilino de la torre: joven profesional con alto nivel de vida. "No es lugar para familias", dijo. Acertó de pleno. Entre sus inquilinos sólo hay dos parejas con hijos pequeños. María José, de la papelería Azabache, uno de los locales del edificio, apunta otro modelo de habitante: "Habita también mucha gente extranjera a la que destinan aquí por un tiempo. Siempre hay mudanzas. Hay un montón de gente de paso".
El perfil de la ciudad
El edificio España, el primer rascacielos de Madrid con el permiso del edificio de la Telefónica, contó desde un principio con el apoyo de Franco, a pesar de que su construcción rompió el perfil de la ciudad.
Este perfil, llamado la fachada imperial, se consideraba en el Plan General de 1941 una vista esencial de la ciudad con la catedral de la Almudena, el Palacio Real y la Casa del Partido que se iba a levantar sobre las ruinas del cuartel de la Montaña.
La economía primó sobre los ideales políticos y la Casa del Partido se quedó sobre el papel. La compañía Metrovacesa (entonces llamada Compañía Inmobiliaria Metropolitana) quería construir un edificio simbólico, y Franco pensó que convenía tener un bloque representativo con un hotel de lujo en su interior que permitiese a los embajadores de las naciones amigas llegar en carroza desde allí al Palacio Real.
En la clasificación de los edificios más altos de la capital, la torre de Madrid y el edificio España aparecen en el segundo y cuarto lugares, respectivamente, con sus 142 y 117 metros de altura. Fueron los dos más altos de Madrid y de España -el régimen presumió de que también de Europa- durante casi treinta años.
Como ellos, por encima de la barrera de los 100 metros, existen otros seis (o siete, ya que la Puerta de Europa, en plaza de Castilla, son dos bloques gemelos) en la capital. Aun así, sólo la torre Picasso consiguió desbancar a la torre de Madrid en 1988.
Con la aparición de los dos rascacielos de hormigón de la plaza de España, ésta se convirtió en la referencia económica de la ciudad durante muchos años. Después, la llegada de los colosos del moderno acero a Nuevos Ministerios relegó a los edificios de la plaza de España a un segundo plano.
El primero en llegar fue la torre Windsor, levantada en 1979. Éste era el último de los rascacielos por encima de 100 metros de altura en Madrid. El año siguiente, a escasos metros del bloque quemado, se construyó el BBVA, que con 107 metros sólo superaba por uno a su compañero. La Puerta de Europa (117 metros), las torres Colón (116) y la torre Europa (121) completan, de menor a mayor, la clasificación de edificios más altos.
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