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Columna
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Sadam en calzoncillos

Sadam en calzoncillos, Carod enfurruñado, sin bandera, y Carod pasándoselo en grande con la corona de espinas, qué sensible es este hombre con los signos propios y qué cachondo con los ajenos, Eto'o, el león africano, llamándonos cabrones, seis veces, con todo el cariño de quién no tiene más remedio que matar al padre blanco, un animal con pasamontañas tratando de motivar a los jugadores del Atlético con amenazas de muerte, confirmando que el hombre y el mono son dos hermanos que apenas se llevan unos días, menos mal que el metro nos llevará a todos, monos y hombres, hasta la nueva terminal de Barajas cuando ya creíamos que nos iba a dejar tirados por el camino, nos crecen los socavones y las autovías en esta primavera de cemento, Aguirre se asfixia y Gallardón respira, y viceversa, contamos las horas que nos separan de nuestro destino olímpico, como si de verdad nos importase, Madrid quiere ser Barcelona y Barcelona quiere ser Madrid, José Bono se convierte definitivamente en el Capitán Trueno, Zapatero sabe algo que los demás ignoramos, o eso, o la fe quiere volver a mover montañas, Rajoy sigue insistiendo en que los socialistas están donde están por el 11-M, olvidando que ellos estaban donde estaban por el GAL, que es, por cierto, justo lo contrario de lo que propone ahora Zapatero, y es que hay gente a la que nada le parece bien, en el Parlamento vasco hacen tiempo, votando entre la espada y la pared, la Iglesia sigue convencida de que nos van a obligar a todos a ser homosexuales y además a casarnos y a adoptar niños chinos que no se nos van a parecer en nada, si acaso un poquito a Zerolo, en los hospitales los dueños del dolor y la muerte son de derechas, mientras que en Cataluña los dueños de la patria son de izquierdas, hoy son todo paradojas, las noches se hacen cortas y los best sellers de la Feria del Libro alargan sus insignificantes misterios, Fraga, como el amor, es eterno mientras dura, Jiménez Losantos sigue quemando España con las llamas del infierno de su imaginación y consigue que le renueven el contrato, para vender la salvación siempre ha habido que regalar primero el apocalipsis, al final va a resultar que Roma sí paga traidores, en Cuba ni dejan entrar, ni dejan salir, en contra de lo que se temía el senador McCarthy, el comunismo ha terminado por ser un compartimento estanco, de vuelta al socialismo pacifista y de buen rollo, a las armas de los demás las seguimos llamando imperialismo y a las propias, industria, y hablando del imperio, millones de antiamericanos de todo el mundo corren a ver el final de La guerra de las galaxias, mucho me temo que la única película americana que los antiamericanos no han visto es La puerta del cielo, de Michael Cimino, una obra maestra que, curiosamente, habla más y mejor del lado oscuro de la fuerza, otra extraña paradoja, un pobre pianista se empeña en desaparecer y termina siendo conocido en el mundo entero, los días se hacen largos, los coreanos nos clonan, debajo de mi casa bailan Capoeira, los locutorios se llenan de nostalgia en vías de regularización, los jugadores de baloncesto no se casan por amor, Pinochet no acaba de morirse, la filosofía se tira a la calle, en un telediario hay cometas de papel y en el otro la jungla en armas, somos más ricos de lo que pensábamos, pero aun y así las petroleras siguen empeñadas en que vendamos el coche para pagar la gasolina, un tristísimo estafador se cuela en un campo de concentración de mentira, para hacerse con las medallas del dolor ajeno, los chinos hacen trampas en el Casino de Torrelodones ante la mirada del fantasma de Lola Flores mientras las flores de Francia ganan el concurso de rosas y a todo esto, Sadam en calzoncillos, destrozando la campaña de imagen de los Estados Unidos, qué pena, con lo bien que iban... Menos mal que Carod hace ya tiempo que había dado su campaña de imagen por perdida.

A veces la realidad parece un capítulo de South Park, esa serie de dibujos animados canadiense que, a base de ponerlo todo patas arriba, ofrece un retrato minuciosamente exacto del absurdo mundo en el que nos movemos.

En resumen, que si meten a Guardiola en la cárcel, me voy con él.

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