Toros para soñar
Matías Tejela cortó una oreja al sexto de la tarde, pero supo a poco, a muy poco. Estuvo bien el joven madrileño, pero el toro era de bandera y mereció una faena de más entrega y hondura. Toreó con gusto Tejela por ambas manos, aunque quedó la impresión de que el toro era de puerta grande y ésta no se abrió.
Lo cierto es que hubo cuatro toros para soñar el toreo -tercero, cuarto, quinto y sexto-, para hacer realidad el sueño de quien aspira a ser figura importante. Pero no hubo toreros, sino señores vestidos de luces, modernos, cómodos y sin corazón, que no se la jugaron y devolvieron la fiesta a su más triste realidad. Oportunidades como las de ayer tardarán en volver para los tres.
El Pilar / Cepeda, El Fandi, Tejela
Cinco toros de El Pilar, bien presentados, blandos, bravos y nobles; el 4º, de Lagunajanda, bravo y codicioso. Sobresalieron 3º, 4º, 5º y 6º. Fernando Cepeda: dos pinchazos -aviso- y dos pinchazos (silencio); estocada contraria, dos descabellos -aviso- y un descabello (pitos). El Fandi: estocada (silencio); estocada (ovación). Matías Tejela: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada (oreja). Plaza de Las Ventas, 19 de mayo. 8ª corrida de Feria. Lleno.
Tras la vibrante tempestad del miércoles volvió la calma chicha. Tras los inconfundibles ramalazos de arte en estado puro a la vulgaridad de pases ayunos de calidad. De la emoción al desencanto. Pero, quizás, ahí radique el misterio de este espectáculo que una tarde inopinada se transforma en luz cegadora que colma con creces todas las esperas.
Qué tristeza ver torear ayer a Matías Tejela en su primer toro, bravo en el caballo, que llegó a la muleta con la codicia suficiente para formarle un lío. Pero no es posible el toreo cuando el torero se coloca rematadamente mal, cuando cita al hilo del pitón, corta el viaje de cada pase y debe rectificar para el siguiente. Lamentablemente, su actuación ante ese tercero de la tarde dejó al aire muchas carencias de este joven madrileño que, de alguna manera, rectificó a medias en el último del festejo.
La corrida había empezado con la esperanza siempre presente de Fernando Cepeda. Pero el sevillano comenzó con mal pie. Toreaba a la verónica en el quite, y al cerrar con la media fue volteado espectacularmente por el toro, que se lo echó a los lomos y lo buscó con saña en el suelo. Afortunadamente, todo quedó en la paliza y una fuerte conmoción, de la que se recuperó más tarde. El toro era un noble inválido y le permitió a Cepeda dibujar redondos con empaque, trincherazos primorosos y un par de meritorios naturales. Fría elegancia, helada. Faltó codicia en el toro y, sobre todo, disposición en el torero. El cuarto empujó al caballo y llegó con presteza a la muleta. El torero era el mismo de antes, pero más desconfiado, frágil y desangelado, y todo se redujo a una triste impresión de torero desbordado e incapaz de dar una a derechas.
Tampoco tuvo su tarde El Fandi, que incluso estuvo vulgarísimo con las banderillas en su primero, lo cual ya es el colmo. Falló en el primer par, colocó mal el segundo y a punto estuvo de ser empitonado cuando quiso burlar al toro tras clavar el tercero. Desconocido y torpe este otrora espectacular Fandi que mejoró con los rehiletes en el quinto sin alcanzar en ningún momento sus conocidas tardes de gloria. Su primero se paró y la labor del torero careció, lógicamente, de enjundia. Largo de embestida fue el quinto y el torero granadino lo pasó con la derecha sin apreturas y con escasa profundidad. Lució el toro al acudir siempre de largo y el torero sólo en una tanda de redondos ligados con el de pecho. Ahí acabó la historia. El toreo con la izquierda fue vulgar y destemplado y a El Fandi se le fue entero un toro de triunfo grande.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.