La complicidad de Jessica Lange, Sharon Stone, Tilda Swinton y Frances Conroy

Jim Jarmusch y Bill Murray derrocharon ironía y sutil inteligencia en Cannes. Con una escasa cabellera canosa y algunas arrugas, Murray parecía en la realidad una réplica de Don Johnston, el solitario y patético solterón al que da vida en esta entretenida trama. Don afronta una serie de encuentros que concluyen en desencuentros, acentuados por su crisis de la mediana edad: "Ni siquiera estoy cerca de ello", volvió a ironizar Murray. "Vivo constantes crisis existenciales, pero por otros motivos. Además, para mí lo importante no es la edad, sino la calidad de vida que uno lleva. Soy muy distinto a Don, un insociable que evita enfrentar los problemas y se esconde tras una falsa máscara de felicidad. No me cuestiono preguntas sin respuestas sobre el pasado, pues eso sólo te provoca frustración", prosiguió.

"Tampoco se trata de un personaje biográfico", se apresuró a aclarar Jarmusch. "Nunca concibo a mis protagonistas y mis historias sobre mis vivencias personales", agregó el realizador, que por segunda vez ha contado con Murray. "Mientras escribía el guión, imaginaba a Bill interpretando el papel y pronunciando cada línea. Incluso incorporé en su personaje ciertos aspectos suyos, esa capacidad de emanar comicidad a pesar de su parsimonia, aun frente a las cosas más sorpresivas de la vida. Bill aportó al personaje de Don su complejidad y humanidad, su humor y tragedia, su esperanza y desencanto", admitió.

El pasado

Siempre creativo y sorprendente, Jarmusch vuelve así a hacer del humor la llave maestra de su buen cine. "Me he deleitado reconstruyendo el pasado de Don, rememorando a estas mujeres extraordinarias y tan diferentes entre ellas. Cada una representa un fragmento de su vida y evoca una parte importante de su personalidad. La complicidad de estas actrices (Jessica Lange, Sharon Stone, Tilda Swinton y Frances Conroy) tan dispares y las reacciones contradictorias que provocan en él, son la clave de la comicidad", señaló.

Jarmusch ha vuelto al cine independiente, que le permite cualquier capricho y al cual no renuncia bajo ningún concepto. "Es siempre una larga lucha, pero al final tengo el control total sobre el filme", dijo. Y aunque Broken flowers es su primera película financiada con dinero de una productora estadounidense, Jarmusch (Ohio, 1953) confía mas en Europa y Asia, los mercados donde tradicionalmente triunfan sus películas. "Resulta irónico que los americanos se empeñen en seguir siendo una cultura aislada, delimitada, cuando es un país tan poderoso que ha surgido y se ha enriquecido precisamente de la mezcla multicultural de sus millones de inmigrantes, cuyas colonias allí son cada vez más numerosas. Deben entender que cualquier forma de expresión es universal y no debe ser restringida a un país o a una cultura, sin importar su origen", afirmó.