El penúltimo exceso de Barthez
El portero francés, habitual de la prensa rosa gala, sancionado por escupir a un árbitro
Fabien Barthez, portero internacional del Olympique de Marsella castigado con seis meses sin jugar por escupir a un árbitro, es un tipo callado y tímido. Y detesta a la prensa. "Soy como la gente de mi región: hablo poco. Cuando era pequeño y nos sentábamos a comer, nadie sabía si estaba allí o no. Ahora, detesto dar entrevistas. Prefiero el contacto directo, sin blablablas ni nada. ¡Prefiero la honestidad! Y no necesita de largos discursos".
Barthez, meta zurdo de 33 años, estrella de las revistas del corazón, amante de princesas y marido de la modelo Linda Evangelista, creció en Lavelanet, una pequeña localidad al sudoeste de Francia. Hijo de un jugador internacional de rugby, la infancia de Barthez transcurrió en tres escenarios: el pequeño piso de sus padres, un décimo convertido en campo de entrenamiento, la escuela - "no me gustaba mucho; sólo esperaba a que terminaran las clases para ir a jugar, estaba obsesionado por el balón"-, y los parques, donde se pasaba el día entrenando al fútbol y al rugby. "Es gracioso que me hiciera futbolista en la región del rugby. Pero mi padre me impulsó".
Campeón del Mundo y de Europa con Francia, ganador de la Copa de Europa con el Olympique, Barthez supo que iba a ser portero a los siete años, cuando su primer entrenador decidió que se pusiera los guantes porque se tiraba sin miedo ante los rivales. Desde entonces, su carrera se convirtió en una lucha contra su altura: "Hasta que cumplí 16 años no empecé a crecer. Medía 1'50 y los rivales se reían de mí. Por eso nunca me quedo pegado a la línea y siempre voy a por los balones por alto: si no estoy muerto", admite. La obsesión por atajar los centros al área ha acompañado a Barthez, que mide 1'83, durante toda su carrera: "Lo peor es que te metan un gol cuando sales por un córner o un centro y no llegas al balón. Demuestra que el portero no está bien de la cabeza
", dijo cuando ganó la Premier con el Manchester.
Acostumbrado a compaginar actuaciones magistrales con errores garrafales, el portero sólo rompe su silencio para explicar sus errores -"fue una gilipollez con los amigos", dijo cuando le sancionaron dos meses por haber fumado un porro- o para defender a sus compañeros de puesto. "No veo porqué hay que culpar sólo al portero", argumentó cuando Noruega marcó un gol contra España por un error de Molina. "Cometió un error de cálculo, pero el defensa tardó tres días en llegar". Barthez empezó su carrera en el Toulouse y ganó una Liga con el Mónaco, pero siempre ha sido fiel al Marsella, con quien también ha levantado el trofeo: "Cuando el Marsella bajó a Segunda me quedé porque había dado mi palabra. Luego nos eliminaron de la Champions por un error mío. Al siguiente partido había una pancarta que decía: 'Fabien, no te preocupes, estamos contigo'. Me hizo llorar".
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