El árbitro se confunde de hora

Acunado por la afición del Sevilla, que le defendió contra viento y marea por el codazo que le propinó hace dos meses al mallorquinista Arango, Javi Navarro tuvo un amargo reencuentro con el fútbol. Recién cumplidos los cinco partidos de sanción por su agresión al delantero venezolano, el central se reivindicó como un ariete clásico y, en plancha y de cabeza, marcó su segundo gol de la temporada.

Lo hizo en su portería, tras un malentendido con Notario, que le pidió sin éxito un centro inocente de Roberto Carlos.

El Madrid, que tenía que puntuar al menos y luego cruzar los dedos a la espera del partido del Barça en el campo del Levante, vio como el central valenciano le devolvía el aire que Sergio Ramos le había quitado de un punterazo. No tiene suerte Navarro contra el Madrid. Siempre que le tiene enfrente le ocurre algo. Como en la vuelta de las semifinales de Copa del año pasado, en la que él, por dos amarillas, y Zidane, por agredir a Pablo Alfaro, fueron expulsados. Los andaluces cayeron eliminados y Valdano, entonces director técnico, acabó en el vestuario recriminando su actuación al árbitro.

El Madrid saltó al campo con crespones negros por la muerte de Sara Freites, la esposa de Alfredo di Stéfano. En un día que amanecía triste, Luxemburgo y sus muchachos, que fueron apedreados en su llegada en autobús al Sánchez Pizjuán, retardaron 90 minutos el suspense gracias a un gol ajeno. Un cabezazo in extremis de Baptista -su gol número 50 en España- impidió la octava victoria consecutiva del Madrid, que no cae desde su visita al Getafe. Ronaldo, con ocho goles en los últimos cinco partidos, su mejor racha con la camiseta blanca, anoche se quedó en blanco. Al igual que el árbitro, Pérez Burrull, al que le dio por cerrar el partido un minuto antes de lo previsto. Anunció tres minutos de prolongación, pero se hartó cuando quedaban 60 segundos y mandó a todo el mundo a la ducha.