Alicante deja sin tramitar 2.000 sanciones del 'botellón'
Las denuncias prescriben por "falta de personal administrativo" para darles curso
Ninguna de las más 2.000 sanciones impuestas por la Policía Local de Alicante desde 2002 por consumir alcohol en la vía pública ha llegado a su destino. Las denuncias, la mayoría de ellas ya prescritas, rebosan de un cajón municipal mientras el trabajo de una brigada policial especial contra el llamado botellón queda en saco roto. La inactividad administrativa municipal reduce la lucha contra esa práctica en auge a una especie de juego del gato y el ratón entre los agentes y los chavales que cada fin de semana se reúnen en espacios públicos a beber alcohol.
Las sanciones pasan directamente a un cajón municipal hasta que caducan
Desde 2002, cada noche de viernes y sábado una brigada de ocho agentes y un oficial salen de la Jefatura de la Policía Local de la capital alicantina a la caza del botellón. En teoría, su misión es velar por el cumplimiento de la Ley de la Generalitat Valenciana sobre Drogodependencias y otros trastornos adictivos, precepto que desde un modificado de 18 de junio de 2002 prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública.
Los agentes formalizan cada noche unas 40 sanciones que pasan directamente a un cajón del Ayuntamiento hasta que prescriben. Fuentes municipales aseguran que las denuncias no se tramitan por "falta de personal administrativo". Varios departamentos del Ayuntamiento confirman que entre 2002 y el pasado mes de marzo se han acumulado más de 2.000 sanciones del botellón y que no se ha dado curso a ninguna de ellas.
Los chavales comienzan a saber que las denuncias no llegan y que ni siquiera sus padres se enteran de la sanción. Así que esta práctica en Alicante se está convirtiendo en una especie de juego del gato y el ratón, en el que los chavales desmontan el botellón a la llegada de la policía y lo vuelven a montar en otro lugar. Con impunidad.
Muchas de las sanciones de la Policía Local se imponen a menores. La Ley, en su artículo 52, indica que las multas a menores podrán sustituirse, a juicio de la autoridad sancionadora, por otras medidas de reeducación que se determinen reglamentariamente. Estas medias, agrega el texto legal, consistirán en la realización de servicios de interés comunitario o cursos formativos de comportamiento y concienciación sobre el consumo de alcohol y otras drogas.
El problema aquí es que no hay autoridad sancionadora. Ni ordenanza municipal y, por lo que parece, ni demasiado interés en el asunto.
Alcaldes de muchas ciudades se han quejado de la falta de medios para combatir el botellón. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, fue una las primeras en levantar la voz durante su mandato en la Federación Española de Municipios y Provincias. Los ayuntamientos deben marcar las excepciones en la norma sobre el consumo de alcohol en la calle, que está expresamente prohibido "excepto en los espacios o acontecimientos autorizados por las administraciones públicas competentes". Esto mismo ocurrirá, por ejemplo, en el caso de celebración de concentraciones públicas que deberán contar con autorización expresa.
La ley establece además una lista de lugares prohibidos para la venta, disposición y consumo de bebidas alcohólicas: centros de asistencia a menores, sedes de empresas de transporte público, empresas y depósitos de armas, recintos deportivos y centros docentes.
Esta prohibición también se hace extensiva, salvo que se cuente con espacios expresamente habilitados, como bares o cafeterías, a las Administraciones públicas, centros sanitarios, centros de trabajo y centros de enseñanza superior y universitaria y gasolineras (en estos dos últimos casos también se prohíbe la venta de alcohol de 20 o más grados).
La Policía Local de Alicante maneja un total de 30 puntos de la ciudad donde suele hacerse el botellón. Los lugares preferidos son el casco antiguo, donde se concentra una gran zona de ocio nocturno, y las plazas del centro de la ciudad. Algunos de puntos detectados por la policía son: Plaza Ruperto Chapí (Teatro Principal); calle del Pozo, en San Antón; calles Campos Vasallo, Capitán Segarra y la plaza de Hermanos Pascual (Ruta de la Madera). Plaza de las Flores (detrás del Mercado Central); parque de Canalejas; la avenida de Jaime II (junto del barrio de San Antón); General Marvá (en las escalinatas del Instituto Jorge Juan); las calles Arzobispo Loaces y París (Estación de Autobuses); y la Plaza Nueva y las calles Castaños, Santa Bárbara y Quevedo (centro).
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