La ilusión de los veteranos
A medida que pasan los años, la vida se ve de otra manera, y no digamos la profesión. A veces, muchas veces, se desvanecen las ilusiones, desaparece la voluntad de pelea y uno mismo puede llegar a verse como una sombra de lo que fue. Entonces, el profesional se queda a verlas venir, a la espera, sin apreturas, de que llegue el triunfo, pero sin el empeño necesario para alcanzarlo. Falta la fortaleza de la juventud, tal vez la necesidad, o, quizá, se es presa de la apatía y la comodidad que ofrece una carrera que hace tiempo que tocó techo. Sin ánimo de afirmaciones contundentes, esta impresión recorrió ayer la plaza de Las Ventas viendo torear a Esplá, Cepeda y Uceda Leal. Ya tienen una edad, sobre todo los dos primeros, y una carrera que, difícilmente, se va a modificar sustancialmente a estas alturas. Y es humano que la ilusión vuele y que las cosas importantes de la vida estén alejadas de los ruedos. Tan humano como que el que paga quiera divertirse y ver triunfar a sus toreros, y no admita que la veteranía sea un eximente para el esfuerzo y la búsqueda denodada del triunfo. Se puede no tener ilusión, pero, vestido el traje de luces, hay que ahuyentar la apatía.
Bohórquez / Esplá, Cepeda, Uceda
Toros de Fermín Bohórquez, gordos, inválidos, descastados y sosos. Devuelto el 6º, fue sustituido por un sobrero de Corbacho Grande, deslucido y violento. Luis Francisco Esplá: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, estocada tendida y un descabello (silencio). Fernando Cepeda: bajonazo, un descabello -aviso-, un descabello y el toro se echa (palmas); bajonazo (palmas). Uceda Leal: pinchazo y estocada (silencio); estocada (silencio). Plaza de las Ventas, 12 de mayo. 2ª corrida de feria. Casi lleno.
La corrida de Bohórquez fue una mansada de bueyes, flojos y descastados, pero la nula condición de los toros no justifica la actitud de la terna. Nadie va a descubrir ahora a Esplá, un torero reconocido por todos y muy querido en esta plaza. Con la de ayer ha actuado 79 veces en Las Ventas, donde ha cosechado grandes triunfos. Pero, a excepción de los dos tercios de banderillas, que saldó con brillante eficacia y clavando siempre en la cara de los toros, se mostró como un torero frío, sin motivación y se limitó a cubrir el expediente. Corto de embestida fue su primero, y allí estuvo Esplá, muchos capotazos y sin estirarse en uno solo, y fácil en la muleta, pero sin emplearse nunca. Conoce bien los gestos que gustan a esta afición, pero no toreó y quedó vencido desde el primer momento. Tampoco se abrió de capote en el cuarto, el más inservible de todos, y como llegó rajado a la muleta, Esplá lo mandó al limbo tras dos o tres pases por la cara. Estuvo Esplá toda la tarde sin estar en él y pasó inadvertido.
De su sombra huía el primero de Cepeda, y no hubo, siquiera, intento de verónica. Cobarde era el animal y rajado, pero iba y venía en la muleta. Trazó Cepeda tres redondos y un par de naturales largos, pero a la faena le faltó unidad y ligazón. O, quizá, la confianza necesaria que se le debe exigir a alguien de su categoría. Hubo detalles de altura estética, pero, también, la sensación de que necesita un toro muy especial para sacar a flote el arte que Dios le ha dado y que él se resiste a mostrar. Esbozó la verónica en el quinto, aunque ningún lance alcanzó hondura. Muy parado ese toro, el diestro se limitó a matarlo feamente.
Y todo se pega en esta vida. Uceda es más joven y se le suponen temporadas por delante, pero también anduvo como un veterano sin ilusión. Aburrido, indeciso y vulgar en su primero, sólo se supo que era él cuando cobró un estoconazo espectacular. Le cambiaron el sexto y salió en su lugar un toro astifino y bravucón al que tampoco lanceó con el capote y, llegada la muleta, se las vio y se las deseó el torero para dibujar algún muletazo que mereciera la pena. Berreón el toro, de embestida violenta y deslucida, le faltó a Uceda el dominio necesario. No era fácil, pero él es figura y no justificó el prestigio de que goza.
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