Fernando Cuadri: "El ganadero mantiene un pulso con la naturaleza"
A. L.,
Esta mañana se descubre en la Venta del Batán un azulejo en honor de Fogonero, de la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri, que fue premiado por el Ayuntamiento de Madrid como mejor toro de la Feria de San Isidro 2004. El ganadero, Fernando Cuadri, lidia esta tarde en Las Ventas y expresa una mezcla de sentimientos. "El premio", afirma, "es algo muy agradable entre tantos disgustos como uno se lleva en esta profesión. Pero esta sensación es muy pasajera, porque vengo a Madrid con el miedo metido en el cuerpo; aunque confío en dos o tres toros, después del pinchazo en la feria de Sevilla, estoy muy intranquilo, porque no sé si se trata del comienzo de un bache...".
Cuadri es hombre crítico con sus productos y, aunque reconoce que el tipo de lidia influye en el comportamiento de los toros, considera que los que lidió en Sevilla "tuvieron un defecto fundamental: se rajaron, su comportamiento fue de más a menos, y ésa es la diferencia entre el toro malo y el bueno". Está convencido, no obstante, de que la ganadería brava encierra un profundo misterio: "Pasa, por ejemplo, con las becerras. Tientas hoy seis y quedas satisfecho, y, a la semana siguiente, no apruebas ninguna, y en las mismas condiciones ambientales y de alimentación. Te das cuenta, entonces, de que cada vez te queda más por aprender". "La genética es algo muy raro", asegura; "la casta y la bravura tienden a desaparecer porque son condiciones antinaturales". "Los ganaderos", añade, "hemos invertido el instinto de conservación, y mantenemos un pulso con la naturaleza; de hecho, nosotros matamos cada año el 80% de las becerras, lo que quiere decir que la tendencia natural no es la bravura".
Cuadri, que cuenta con una camada de cuatro o cinco corridas al año, se juega su prestigio en las plazas de Sevilla y Madrid: "Sé que no podemos fallar, pero también estoy convencido de que no depende de mí".
Babelia
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