Jóvenes talentos
Berdayes se retroalimenta de sí mismo. El final de la pieza recuerda otro final suyo más brillante, con Vivaldi, hace más de 12 años. También están las sillas peludas y la opulencia del vestir. Los trajes de Rosa Clará, muy delicados, cumplen una función poética, son como estantiguas rebeladas. La pieza no funciona totalmente en parte por la banda sonora, una partitura irregular que juega a la rusa pero se queda en un turbio empaste. Hay en escena 12 sillas que recuerdan a Oham Najarin y sus experimentos; también evoca al Opus Piat de Duato casi a la letra escénica. Las luces, muy elaboradas, contribuyen a envolver el espacio en un lamento tenebrista.
La pieza de Van Hoecke es aburrida, casi no es un ballet, unas sucesiones de viñetas, ir y venir al compás zíngaro sin desarrollo, sin estructura. Micha está en la memoria de todos de sus tiempos en Bejart y de sus trabajos en Italia. Pero ser coreógrafo es otra cosa, y el talento obliga.
Ballet de la Comunidad de Madrid
Eis-Blume. Coreografía: Pedro Berdayes. Música: Borja Ramos. Vestuario: Pe & Be y Rosa Clará. Luces: Miguel Ángel Camacho. A mi madre. Coreografía: Micha van Hoecke. Música: tradicional rusa. Vestuario: Nana Güell. Luces: Tatiana Reverto y Antonio Regalado. Teatro Albéniz. Madrid, 11 de mayo.
La compañía posee una plantilla brillante de 22 artistas, que bailan con arrojo y entrega. Tanto los chicos como las chicas tienen ese entusiasmo maravilloso de las carreras que comienzan, aunque también hay allí artistas maduras y muy delicadas, como Ana Noya, que ha ganado mucho en concentración y en exposición. Probablemente sea ese talento exultante de todos el responsable de que se aguante la velada hasta el final.
Babelia
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