El espíritu de Anfield
El partido contra el Betis bate todos los récords anímicos y económicos del Athletic, que quiere seguir la estela del Liverpool
"El miércoles demostraremos que somos mas que Anfield", declaraba el lunes el presidente del Athletic, Fernando Lamikiz, refiriéndose al partido de hoy frente al Betis y rememorando el de la Liga de Campeones entre los reds y el Chelsea. Desde que el Athletic alcanzó las semifinales, Bilbao ha resucitado el espíritu de la Copa, que tenía adormecido. Desde que el Liverpool, club venerado en Bilbao, eliminó al de Abramovich con el magnífico sostén de su público, los rojiblancos han encontrado la referencia ideal para encuadernar su ilusión desbordada. El 90% de los socios han retirado su entrada -pagan la mitad de su precio-, algo que jamás había ocurrido, y el público ha hecho colas de un día entero para lograr una de las pocas localidades a la venta. Se batirá el récord de recaudación con 1,2 millones de euros -lo ostentaba el Madrid, con 1,1 millones-, el lunes se agotaron las entradas y en la reventa se valora a 500 euros la tribuna. Habrá 120 vigilantes jurados frente a los 70 habituales.
La épica se ha instalado en San Mamés. La ilusión es tal que las agencias de viajes han comenzado a reservar habitaciones en Barcelona, posible sede de la final, el 11 de junio, lo que ha producido una sensación de colapso en la ciudad catalana, pues el 12 habrá Mundiales de motociclismo. Veinte años después de la última final disputada, y perdida, por el Athletic frente al Atlético, Bilbao revive su historia: la ansiedad por la mística de la Copa y la posibilidad de alcanzar un título. "Este partido es el más importante porque ahora se puede vislumbrar un título, algo que no ocurría cuando quedamos segundos y alcanzamos la Liga de Campeones [1998]", afirmaba el martes Etxeberria, un futbolista cuestionado ahora por su baja rentabilidad goleadora, pero redivivo en el ensayo general frente al Zaragoza.
La polémica con el Betis, derivada de aquella insólita pagina web del equipo andaluz, previa al partido de ida, y agrandada con el maltrato dispensado por Manuel Ruiz de Lopera a la representación del Athletic en Sevilla no han afectado a la entidad bilbaína. El presidente verdiblanco sólo aceptó a cuatro directivos del Athletic en su palco -a los otros tres, incluido el mítico Iríbar, los situó entre el público- y en la comida oficial, a la que no asistió. Ayer, sin embargo, llegó a Bilbao con 11 consejeros y sus esposas. A todos los acogerá el Athletic en el palco y todos están invitados a la comida oficial. "Que el público se olvide del Betis y anime al Athletic" reclamó Lamikiz; "nosotros somos distintos".
Por si el espíritu de San Mamés no fuera suficiente, el Athletic ha previsto la colocación de 12 banderas de 3 metros por 2 en el estadio, habrá un mosaico en las tribunas, los periódicos regalan pañuelos rojiblancos y una peña ha pedido que se engalane la zona de San Mamés y las cercanías del hotel de concentración del Betis también de rojiblanco. El Athletic se ha preocupado hasta del último detalle: el locutor cantará la alineación dando el nombre del jugador y dejando a la afición que coree su apellido o sobrenombre. Al tiempo, se reclama la pronta asistencia de los aficionados para dar ambiente.
¿Y el fútbol? Ernesto Valverde, que no ve favoritos a pesar del 0-0 de la ida, ha reclamado a sus habituales y prescindido de Guerrero, entre otros, por la limitación a 16 futbolistas en la convocatoria. Llorenç Serra Ferrer se ha traído a 19 por la duda de Joaquín y algunas incertidumbres tácticas. Ambos apuestan por un partido "abierto y con cabeza", animados y escarmentados, a la vez, por el 4-4 de la Liga. Más que una semifinal, el Athletic y el Betis viven el ensayo anímico de la final.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.