In memóriam, Joaquín Bonal, ex director general de Farmacia

El doctor Joaquín Bonal nos ha dejado para siempre el primero de mayo. Su recuerdo como amigo y su obra como profesional no se borrarán nunca de nuestra memoria.

Joaquín Bonal era uno de esos profesionales que han puesto nuestro sistema sanitario en un alto nivel. Fue el gran renovador de la Farmacia Hospitalaria, especialidad que en España, gracias a él y a otros como él, tiene un rango científico, asistencial y de gestión comparable al de los países más avanzados y que ya enseñan nuestros farmacéuticos de hospital por todo el mundo, especialmente en los países hispanos más desfavorecidos.

Su idea central era la necesidad de incorporar la farmacia hospitalaria al cuidado directo de los pacientes, como especialidad plenamente integrada en los equipos asistenciales.

Hasta sus últimos días, y sabiendo la proximidad de su muerte, trabajó en la Fundación Pharmaceutical Care, a la que dedicaba sus afanes después de su jubilación, reclamando, por cierto, colaboraciones escritas a colegas impuntuales.

Su capacidad de trabajo, su esfuerzo continuado, su entusiasmo por hacer triunfar las ideas en las que creía, la claridad de sus objetivos, su generosidad y desprendimiento, su sentido en fin profundamente ético de la profesión, configuraron un profesional de leyenda, nada contemporizador ni con el poder ni con los intereses económicos.

Mítico jefe de servicio del hospital de San Pablo en su querida Barcelona, en su tarea asistencial benefició a incontables enfermos y contribuyó inmensamente a que su hospital como organización progresara. Tuvo, además, esa gran virtud del gran profesional, la de crear escuela, con una legión de deudores intelectuales.

Su talla y su labor científica se plasmaron en publicaciones numerosísimas y en la participación en congresos en todo el mundo y se proyectaron más allá de nuestras fronteras, por ejemplo, como presidente de la Sociedad Europea de Farmacia Hospitalaria o colaborador de la famosa Escuela de Farmacia de la Universidad de Minnesota, cuyos profesores le tenían en gran aprecio.

Fui personalmente testigo en el Ministerio de Sanidad de varias de sus contribuciones a la salud pública de los españoles en problemas bien concretos y de sus aportaciones a la Ley del Medicamento, como miembro de la Comisión de Expertos redactora de su primer borrador y luego como director general de Farmacia.

Era, además, degustador de otras dimensiones buenas de la vida. De su familia en primer término y de la amistad. Pero también del dulce Ampurdán, de la caza y de la buena mesa.

Cuando el ministro de Sanidad y Consumo García Vargas me preguntó en el año 1988 a quién podría designar como director general de Farmacia del Gobierno de la nación le dije: al doctor Joaquín Bonal, y atendió mi consejo.

Hoy, si los jóvenes profesionales sanitarios me preguntaran a quién podrían tomar como modelo, yo les diría también que en la profesión, y en la vida, al doctor Joaquín Bonal.

Félix Lobo es catedrático de Economía y director del Seminario de Estudios Sociales de la Salud y los Medicamentos de la Universidad Carlos III de Madrid.