Fiesta del Getafe con dos goles de Míchel en su despedida

En un partido sin historia, en el que lo único en juego era el honor, el Getafe ratificó su brillante estreno en Primera acosando a una Real Sociedad que se olvidó los principios básicos del juego en San Sebastián. El equipo de Amorrortu, con un fútbol estéril, aparentó más interés en no acumular ninguna tarjeta, atajo a la Copa de la UEFA por la vía del juego limpio, que en batirse el cobre.

La tarde no fue espectacular, pero Míchel y su corpachón le sacaron buen provecho. El delantero, que no renuncia a los calentadores ni a la parte superior del chándal ni en los entrenamientos de mayo, firmó los dos goles del encuentro. Nacieron igual, con la ingenuidad de la zaga guipuzcoana, con la cabeza en la montaña o la playa, como licencia. El héroe de la tarde -ya lo fue hace dos semanas al destrozar con otro gol de pillo al Levante- tiró primero un latigazo con su pierna diestra a un balón huérfano en los dominios de Riesgo. A los diez minutos sentenció la partida anticipándose en el primer palo a los cráneos contrarios en un córner botado por Pernía.

Dos goles que le dan el pasaporte al Almería de Segunda. Después de regarse a conciencia en cava con sus compañeros en el vestuario, Míchel anunció su traspaso hasta el final de la temporada y por los próximos dos años al club andaluz. No le resultará ajeno el proyecto: los almerienses se aproximan al abismo de la Segunda B según prosiguen las jornadas.

El despliegue físico del Getafe confirmó el interés por los puntos de su técnico. Quique Flores exigió estar a la altura de las circunstancias y no le fallaron sus pretorianos. Por algo el Getafe triplicó en disparos (nueve) a su rival, al que desmoralizó concediéndole el balón cuando le venía en gana para estirarle con avidez con constantes contragolpes. Fue así como llegó el gol anulado de Kome: lanzado por Gabi, ajustó el cuero después de emular la mano de Maradona. Obviando ese detalle, la jugada resume la táctica que empleó el Getafe, que debe la salvación al fortín que ha hecho de su estadio: la última victoria foránea data de diciembre.

Por eso, abatida, incapaz, la Real se dio por vencida. Tanto que la grada, asegurado el triunfo, expresó su amor por Craioveanu. El rumano, que rumiaba su retirada en septiembre, comunicará en los próximos días el aplazamiento de su despedida.