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Reportaje:

A la caza del turista

Los taxistas de Málaga pelean por la exclusiva del aeropuerto con más tráfico de Andalucía y piden presencia policial

Javier Martín-Arroyo

Cuando un turista desciende del avión en el aeropuerto de Málaga, después de recoger las maletas puede ser abordado por distintos taxistas que le ofrecen tarifas diferentes.

El aeropuerto de Málaga es, con sus 11 millones de pasajeros anuales, un negocio lucrativo. Pero también un eterno motivo de disputas. Tal afluencia de turistas ha provocado tradicionalmente la pelea entre los taxistas por captar clientes. Los de Málaga se quejan del intrusismo de sus colegas de otros pueblos vecinos, que acuden al aeropuerto a recoger clientes, a pesar de que sólo les está permitido si portan una contratación documentada y estipulada con anterioridad a la recogida.

"El aeropuerto es la caza del turista, y los taxistas de los pueblos a veces nos provocan para que también nosotros nos lancemos a por los extranjeros despistados", cuenta el taxista Antonio Callejón.

Los taxistas han amenazado con ir a la huelga si "alguna autoridad" no impone orden en la parada del aeropuerto. Después de la reunión el pasado viernes a cuatro bandas entre la Junta, Ayuntamiento, aeropuerto y taxistas, la Policía Local se ha comprometido a estar más presente en la parada, pero sin que tengan que imponer el ritmo de salida y control de los taxistas, tal y como ellos reclaman.

En 1997 los taxistas ya fueron a la huelga para presionar por una regulación de la recogida en el aeropuerto. "Queríamos evitar el descontrol de piratas que había, pero la normativa está claro que no ha funcionado", denuncia Ángel de Mula, presidente de la Asociación Unificada Malagueña de Autónomos del Taxi. Para evitar este "descontrol" del que se quejan los taxistas, la policía se ha comprometido a reforzar el control para asegurar que los vehículos de fuera de Málaga accedan con contratación previa. "Hay en juego dinero e intereses, y entendemos que la presencia policial es indispensable. La policía ha desaparecido del aeropuerto, que está en una situación lamentable", se queja Mula.

El Ayuntamiento ha concedido la presencia policial, pero discrepa respecto al papel que deben jugar como fuerza de seguridad. "La policía colaborará con la Junta, que es responsable de la inspección de los trabajadores, y se asegurará de que las recogidas de pasajeros sea la establecida. Sólo intervendrá si hay incidentes", afirma el concejal de Tráfico del Ayuntamiento, Javier Berlanga (PP). Respecto a las críticas vertidas por los taxistas acerca de que la normativa no se ha llevado a efecto, el edil es tajante. "No es cierto que se haya incumplido nada. Cuando les pido a los taxistas que me enseñen la norma rota se ponen a hablar del espíritu del acuerdo de 1997", concluye Bergara.

La parada del aeropuerto es quizá el lugar donde la picaresca del gremio esté más extendida. "Entre los taxistas hay mucho listo, y cuando llega un cliente con un trayecto corto, a Málaga por ejemplo, en lugar de los pueblos de la costa, lo entretienen charlando hasta que se aburre", desvela el taxista Callejón. "En todos los gremios hay granujas", disculpa.

Pero los problemas del taxi no acaban en el aeropuerto. Cada fin de semana se evidencian en el centro de la ciudad las carencias de un parque móvil que en la actualidad cuenta con 1.430 taxistas, insuficientes para una ciudad de medio millón de habitantes y numerosa población flotante. La carencia de coches es reconocida por todos los sectores implicados, pero parece ser el asunto más espinoso al que nadie quiere hincar el diente directamente. El Ayuntamiento ha regulado para solventar los problemas entre los conductores asalariados y los autónomos, pero no se decide a la hora de ampliar licencias. "Obligarles a trabajar es difícil y creo que el mejor acuerdo debe salir de ellos mismos", opina Berlanga.

Los representantes del gremio intentan minimizar el descanso y por tanto la ausencia de conductores los fines de semana. "La normativa del Ayuntamiento ha traído más coches pero menos asalariados, con lo que los problemas del fin de semana persisten", denuncia Mula. Mientras, el perjudicado continúa siendo el cliente, que un sábado tras otro ve pasar los minutos mientras suspira por encontrar un coche con el piloto verde.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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