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Reportaje:

Auna se vende desde fuera

Los accionistas dan un golpe de mano contra los gestores para hacer caja con el operador

Ramón Muñoz

Auna está en venta. Santander, Endesa y Unión Fenosa, que poseen el 83% de la compañía de telecomunicaciones, han dado un golpe de mano contra los gestores, que pretendían la salida a Bolsa y la continuidad del accionariado, y han decidido poner a la venta sus participaciones. Prefieren liderar este proceso desde fuera en lugar de someter la decisión al consejo de Auna. Fondos de capital riesgo y operadores, candidatos a la compra.

El encargo a Merrill Lynch de que realice una venta "ordenada y competitiva" revela la desconfianza hacia que se hiciera desde dentro
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Al segundo operador de telecomunicaciones español le queda poco tiempo de ser español. Sus accionistas le han colgado el cartel de se vende, y no parece que haya ningún candidato nacional. Hartos de los cantos de sirena de presuntas ofertas (nunca materializadas) de los fondos de capital riesgo y los principales operadores europeos, han decidido convertirse en protagonistas de la operación y dirigir desde fuera la venta del grupo.

El encargo de los tres principales accionistas a Merrill Lynch de que realice un proceso de venta "ordenada y competitiva" revela la desconfianza hacia que la operación se hiciera desde dentro por los órganos gestores, incluyendo un consejo de administración que dominan completamente.

Como dice un accionista, "se trata en cierta forma de una rebelión". Una rebelión contra los gestores de la compañía, encabezados por Joan David Grimá, el consejero delegado y vicepresidente del grupo, que siempre ha apostado por la salida a Bolsa para hacer caja y que deseaba el mantenimiento de la actual estructura accionarial.

A Grimá, director general de Santander, le puso Emilio Botín hace más de tres años al frente de Auna con el objetivo de adecentar el operador para su venta. El presidente del banco quería repetir la experiencia de Airtel (la actual Vodafone), donde el Santander consiguió unas jugosas plusvalías. Incluso sus enemigos le reconocen a Grimá su labor de saneamiento: liquidó la ruinosa Quiero TV, una televisión de pago impuesta por el Gobierno del PP; vendió Eresmas, la división de Internet a Wanadoo y unificó bajo una misma marca y mismos accionistas a las distintas operadoras de cable. Pero la gestión comercial no ha sido tan eficaz, como prueba la lenta implantación del cable en Madrid y Barcelona, y los peores márgenes de rentabilidad que su rival Ono.

Siempre que los accionistas le han hecho llegar sus prisas por hacer caja, Grimá les ha emplazado a aguantar, a fortalecer la hasta ahora deficitaria filial de telefonía fija (Auna Telecomunicaciones), para poder ofrecer una compañía integrada de telecomunicaciones. El compromiso de que no habrá más ampliaciones de capital, actúa de sedante para tentaciones vendedoras.

Pero Matías Rodríguez Inciarte, el todopoderoso vicepresidente del Santander, tiene otra idea muy diferente de rentabilizar la posición del banco: vender por separado Amena y Auna TLC y cuanto antes, mejor.

Los ánimos se vuelven a caldear en julio del año pasado, cuando los fondos Àpax, CVC y Blackstone ofrecen 8.000 millones de euros por Amena, la rentable división de telefonía móvil. "Grimá echa mano entonces de su teoría del grupo integrado: con el granero financiero del grupo liquidado, Auna TLC estaba condenada casi al cierre y nadie podría amortizar su inversión en el cable", señalan en fuentes conocedoras del proceso.

Los accionistas asumen el argumento y la oferta es rechazada por "insuficiente e incompleta", según la definición de Endesa. Pero inmediatamente después se ponen a trabajar para hacerla "suficiente" (más dinero) y más "completa" (que incluyera la parte de telefonía fija).

Y aparece Ono en la escena, el único comprador posible de Auna TLC, con la que se reparte el mapa del cable español. Algunos accionistas tantean al presidente del cableoperador Ono, Eugenio Galdón, para una posible fusión. Grimá se entera y entiende que el ataque es la mejor defensa. Lanza en noviembre pasado una oferta por Ono de 2.600 millones, aprovechando que el operador está renegociando su financiación. Galdón convence a sus accionistas de que si aguantan, Auna subirá su puja un 30% más, y logra abortar la operación.

La contraoferta de Auna no llega, pero el enemigo ya está metido en casa. El cuaderno de venta pone por primera vez, blanco sobre negro, las excelencias de la fusión. Así que los accionistas, y, en particular, el Banco Santander, que también participa en Ono, se dan cuenta de que tal vez lo mejor sea realizar la fusión del cable en sentido contrario. Y alientan una oferta de Ono por Auna TLC.

La oferta de Ono, por entre 2.350 y 2.600 millones llega por carta a los tres accionistas de referencia el 14 de abril pasado. Y la casualidad y la larga mano de Grimá, motiva que el 15 de abril los tres accionistas se desayunen con una presunta oferta por 12.000 millones de los fondos Apax, CVC y Blackstone. La mejor prueba de que se traba de una propuesta ad hoc, para contrarrestar la de Ono, es que cuando se ha abierto el proceso formal de venta, se ha deshecho el consorcio comprador. Ese mismo día aparece también otra oferta del fondo KKR por 12.500 millones.

Ante tanta presunta oferta, los accionistas dan finalmente el esperado puñetazo en la mesa y, mediante un comunicado conjunto, anuncian el encargo de venta a Merrill Lynch, con la que han contactado una semana antes. "Lo que se presumía una lucha entre Grimá y Galdón, ha acabado siendo un pulso entre Grimá y Rodríguez Inciarte. Y ya sabemos quién ha ganado", señalan las citadas fuentes.

¿Y el Gobierno? Resignado a que el segundo operador, que nació en 1998 de la privatización de Retevisión, se mantenga con capital español, espera que los nuevos dueños alienten un grupo que sea capaz de hacer competencia efectiva a Telefónica en todos los frentes.

Joan David Grimá, consejero delegado del grupo Auna.
Joan David Grimá, consejero delegado del grupo Auna.EFE

12.000 millones por la tercera compañía de móvil y algo más

Nadie se atreve a decir lo que vale Auna. En enero de 2004, valía oficialmente 8.700 millones. Desde entonces, las distintas valoraciones de las firmas de inversión dan una horquilla muy amplia: entre 8.900 y 14.000 millones de euros. El viernes supimos, por boca de Unión Fenosa, que el precio mínimo de salida son 12.000 millones.

A ese precio, los candidatos expresos son todos fondos de capital riesgo. Ningún operador europeo ha manifestado su intención de concurrir, al menos por el grupo entero. Las británicas Apax , CVC y Cinven están tratando de cerrar una oferta por Amena. Provindence y Carlyle (a los que se puede unir Blackstone y Permira) están a punto de cerrar un acuerdo con Ono para pujar por todo Auna, aunque entregando desde el principio la gestión de Auna TLC al cableoperador. Otros fondos que aún no han presentado oferta pero han manifestado interés son KKR y Goldman Sachs.

Casi todas las ofertas se centran en Amena. Sus nueve millones de clientes y su rentabilidad le hace mucho más apetecible que la filial de cable que, tarde o temprano, acabará fusionándose con Ono. Amena puede valer 10.000 millones, aunque su comprador asumiría la mayor parte de los 4.500 millones de deuda del grupo. Merrill Lynch ha dado hasta el 23 de mayo para presentar ofertas preliminares, con el objeto de que a finales de julio esté completado el proceso.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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