Serrat deja sus canciones "en paños menores" con un espectáculo intimista
El artista inicia su gira en Valladolid con la única compañía de su guitarra y Ricard Miralles
Serrat ha vuelto a los escenarios. Tras una pausa de más de medio año para tratarse de un cáncer de vejiga del que parece haberse recuperado por completo, el cantautor catalán (Barcelona, 1943) iniciaba el viernes en Valladolid una gira que le va a llevar por decenas de ciudades españolas y por algunos países de América. En un escenario sobrio, espartano, acompañado únicamente de su guitarra y del piano de su amigo Ricard Miralles, Joan Manuel volvió a encontrarse con el público en un teatro Calderón lleno.
Recupera las canciones de siempre, ahora exentas de muchos sonidos, hasta dejarlas "en paños menores", como reconocía el propio artista horas antes de comenzar el espectáculo. Pantalón vaquero, camisa blanca y una guitarra en la mano. Serrat se sienta, a oscuras, en una banqueta situada en medio del escenario del Calderón y empieza a cantar: "Menos tu vientre, / todo es confuso. / Menos tu vientre, / todo es futuro, / fugaz, pasado, baldío, turbio...". Con este poema de Miguel Hernández comienzan casi dos horas del que probablemente sea el recital más esperado de un cantante español, escudriñado por decenas de cámaras y aplaudido, mimado, querido por un público entregado, que ha hecho lo indecible para conseguir una de las casi mil entradas de este teatro que pisó por última vez en 2001. La decoración elegida para esta nueva etapa de su vida artística no puede ser más sencilla: una mesa velador redonda, una silla, una banqueta, el piano de Miralles y, al fondo, una pantalla blanca de 6 x 4 metros, donde se van proyectando algunas luces de color. El nuevo espectáculo del barcelonés, bautizado Serrat 100 x 100, quiere ser una afirmación de haberse recuperado "totalmente", dice, de la enfermedad. Serrat en estado puro.
No es frecuente encontrar mayor simpleza en la actuación de un artista consagrado, que ha decidido voluntariamente hacer el camino al revés y salir al escenario sin el arrope de los grandes montajes que llenan ahora cualquier concierto. Su vuelta "confirma la suspensión del paréntesis que la enfermedad puso en mi vida", lo que le permite entregarlo todo desde el primer momento y cantar y recitar dando pequeños sorbitos de agua y cava, "para que vean que puedo tomar de todo". Apenas tres minutos después de pisar el Calderón, sonaba Mediterráneo. Luego seguían hasta 25 temas procedentes de casi todos sus discos anteriores, porque este reencuentro con sus orígenes, le ha llevado a interpretar las canciones de siempre, limpias de polvo y paja. Es el momento de Tu nombre me sabe a yerba, Cantares, Canción del ladrón, Hoy puede ser un gran día, Esos locos bajitos o aquella olvidada Señora, que no había vuelto a cantar en público desde hacía 25 años.
A pesar de la sencillez de lo que se ve y se escucha, el cantante reconoce que no ha sido fácil sintetizar las canciones "para dejarlo todo a la vista", lo que no está exento de riesgos. "Varios meses de trabajo en compañía de Miralles", han servido para vaciar los temas de cualquier sonido superfluo. Serrat explica que el resultado "es muy frágil", y añade que lo único que ha procurado es que "las canciones elegidas se lleven bien entre ellas, que se sientan a gusto en este vestido ligero de piano y guitarra". Pero incluso ahora, cuando apenas está iniciando esta nueva fase, el cantante dice no haber desechado la idea de volver a sus etapas anteriores, cuando actuaba con más músicos. "Lo de ahora no está reñido con lo anterior, porque son tipos de concierto, que no compiten entre sí". Cuando tuvo que abandonar los escenarios estaba, precisamente, actuando con una orquesta sinfónica, que para él fue "una experiencia muy divertida, que costó mucho trabajo" y que probablemente retome en el futuro.
No tiene "ni idea" de si esta gira acabará convertida en disco, tampoco quiere adelantar si está pensando en nuevas grabaciones. De momento, parece sentirse muy cómodo con este ciclo de conciertos intimistas, "pensado a largo plazo", y que sintetiza sus canciones más queridas y más conocidas. El chico-señor de la guitarra, que empezó su nueva vida cantando Menos tu vientre, el poema de Miguel Hernández, cierra la noche con Lucía, arrancando el aplauso y la emoción de un público que está encantado de escucharle decir en el escenario: "Después de unos días de pasar por los infiernos, he vuelto a salir a la calle y a gozar de este magnífico sol de primavera".
Babelia
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