El Maccabi, como si jugara en casa, pasa sin agobios
¿Quién dijo Moscú? El Maccabi se clasificó para la final jugando como si estuviese en su casa, arropado por miles de seguidores que dejaron poco resquicio a otro color en el pabellón que no fuese el amarillo. El resto lo pusieron sus jugadores, que sin necesidad de jugar a tope liquidaron a un equipo superior en efectivos útiles, pero muy inferior en jugadores decisivos.
El Maccabi cuenta con tres muy importantes, Jasikevicius, Parker y Vujcic, muy intermitentes en todo el partido, pero que contaron con un invitado de lujo, el base Sharp, máximo encestador, y que mientras sus tres estrellas andaban muy vigiladas y algo despistadas por las trampas defensivas de Obradovic, mantuvo el poder anotador de un equipo que pase lo que pase siempre anda rondando la centena. Esto no quiere decir que cuando el partido se puso complicado (52-52, minuto cinco del tercer cuarto) no fuera Parker el que diera señales de vida con cinco puntos seguidos que dieron un respiro, o que a mitad del último cuarto Jasikevicius por fin apareciese para dejar al Panathinaikos lejos de su alcance (79-67, a cinco minutos para el final).
MACCABI 91- PANATHINAIKOS 82
Maccabi Tel Aviv: Jasikevicius (13), Parker (13), Burstein (14), Vujcic (11), Baston (14) -cinco inicial-, Sharp (20), Kommatos (2), Green (2) y Shelef (13).
Panathinaikos: Lakovic (4), Kutluay (17), Scepanovic (16), Tsartsaris (4), Batiste (2) -cinco inicial-, Alvertis (10), Femerling (4), Diamantidis (16), Hatzivrettas (9) y Kalaitzis.
Árbitros: Jungebrand (Fin.), Facchini (Ita.) y Arteaga. Unos 13.000 espectadores en el Olympiysky Arena.
En este tipo de jugadores es donde radica la diferencia entre estos dos equipos, y aunque el equipo griego peleó con dignidad, nunca tuvo a mano la posibilidad de clasificarse para la final, a la que acude Maccabi por segundo año consecutivo. Y jugando en casa. Aunque se llame Moscú.
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